Redacción: MaJo Gutiérrez
El estiércol de vicuña, un fertilizante natural que transforma desiertos de alta montaña en oasis de vida. Un reciente estudio científico revela un sorprendente hallazgo ecológico en los Andes: el estiércol de vicuña actúa como un poderoso fertilizante natural capaz de acelerar la regeneración de suelos áridos de alta montaña por más de 100 años. La investigación, publicada por la Universidad de Colorado, Estados Unidos, detalla que las letrinas comunitarias de estos camélidos concentran materia orgánica, fósforo y nitrógeno, creando microoasis de vida. Estos “parches” de nutrientes no solo enriquecen el suelo y retienen humedad, sino que también estimulan la germinación y el crecimiento de plantas en terrenos recién expuestos por el derretimiento de los glaciares.
Esta inesperada intervención natural va mucho más allá de la simple vegetación. Las nuevas plantas atraen a herbívoros, y estos a su vez, a depredadores como el puma, creando ecosistemas complejos en altitudes extremas. Este proceso biológico reduce drásticamente el tiempo de espera natural para que estas zonas se conviertan en entornos dinámicos y llenos de vida. La vicuña, un animal silvestre y emblemático de los Andes demuestra así su rol ecológico clave, además de su profundo significado cultural y económico para las comunidades andinas.
Sin embargo, los investigadores advierten que la velocidad del cambio climático amenaza con superar esta capacidad de regeneración natural. Con la pérdida acelerada de glaciares, se hace urgente integrar este fenómeno en estrategias de conservación. Se proyecta que hasta un 68% de los glaciares podrían desaparecer en las próximas décadas, por lo que es vital actuar. Los científicos sugieren la protección legal de las zonas clave donde actúan las vicuñas, el monitoreo científico de su impacto y el desarrollo de proyectos de restauración que imiten el uso de su estiércol como fertilizante.
Los expertos también señalan la importancia de la educación y la participación de las comunidades locales para preservar esta función ecológica ancestral. La vicuña, cuya valiosa lana era reservada para la nobleza en tiempos preincaicos, no solo es un símbolo cultural y una fuente de ingresos, sino también un agente biológico fundamental en la lucha contra la degradación ambiental en los ecosistemas de alta montaña. Este estudio abre un camino prometedor para la restauración ecológica que combina el conocimiento científico con los procesos naturales de la región.
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