Iniciativa pública y Medio ambiente

 El compost y el estiércol: aliados naturales en la lucha contra el cambio climático 

Redacción:  Naomi Vargas 

El uso de fertilizantes orgánicos como el compost y el estiércol no solo mejora la calidad de los suelos agrícolas, sino que también contribuye a mitigar los efectos del cambio climático.

fertilizantes

Un nuevo estudio científico reveló que el uso de fertilizantes orgánicos como el compost y el estiércol no solo mejora la calidad de los suelos agrícolas, sino que también contribuye a mitigar los efectos del cambio climático. Tras 22 años de investigación en campos sin labranza, científicos de la Universidad Estatal de Kansas demostraron que las enmiendas orgánicas duplican la cantidad de carbono que queda atrapado de forma estable en el suelo. 

Este hallazgo es especialmente relevante en un contexto global de crisis climática, donde la agricultura representa tanto un desafío como una oportunidad para reducir emisiones y mejorar la resiliencia de los ecosistemas. En México, por ejemplo, los suelos agrícolas enfrentan un deterioro constante debido al uso excesivo de fertilizantes sintéticos y a la labranza intensiva, lo que acelera la pérdida de carbono y la degradación del suelo. La investigación ofrece una alternativa sustentable con beneficios comprobados a largo plazo. 

El estudio utilizó tecnología avanzada de rayos X para observar el comportamiento del carbono en el suelo sin alterar su estructura natural. Los científicos descubrieron que, en los terrenos tratados exclusivamente con compost o estiércol, el carbono se almacena dentro de microagregados y se adhiere a minerales como el hierro y el aluminio. Este tipo de almacenamiento es especialmente importante porque mantiene el carbono fuera del alcance del oxígeno y los microorganismos que podrían convertirlo nuevamente en dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. 

A diferencia de los fertilizantes sintéticos, que solo aportan nutrientes básicos como nitrógeno o fósforo, las enmiendas orgánicas contienen una mezcla compleja de moléculas naturales, micronutrientes y comunidades microbianas vivas. Este cóctel biológico mejora la estructura del suelo, aumenta su capacidad para retener agua y alimenta a los microorganismos que forman los agregados donde se fija el carbono. Así, los suelos tratados con abonos orgánicos no solo son más fértiles, sino también más resilientes frente a sequías, erosión y pérdida de biodiversidad. 

Los resultados de este estudio respaldan el enfoque de la agricultura regenerativa, que busca recuperar los ecosistemas agrícolas mediante prácticas que imiten los procesos naturales. Además, coinciden con iniciativas internacionales como el proyecto francés 4 por 1000, que promueve aumentar el carbono en los suelos agrícolas como estrategia directa para frenar el calentamiento global. 

Sin embargo, los científicos advierten que no existe una fórmula universal. Factores como el clima, el tipo de suelo o los costos de transporte y manejo del estiércol pueden dificultar la aplicación generalizada de estas prácticas. Aun así, el mensaje es claro: invertir en suelos vivos es invertir en el futuro del planeta. Los resultados de esta investigación ofrecen evidencia sólida de que el compost y el estiércol, lejos de ser simples residuos, pueden convertirse en herramientas poderosas para regenerar la tierra y combatir la crisis climática desde sus raíces. 

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