Redacción: MaJo Gutiérrez
La creatividad transformó los residuos en innovación en el Papalote Museo del Niño. Más allá de los sabores orgánicos, la jornada brilló con expositores que mostraron cómo la basura cotidiana puede tener una segunda vida espectacular.

El evento México por el Clima, celebrado en el Papalote Museo del Niño, fue un verdadero ecosistema de innovación y conciencia. Más allá de las conferencias magistrales, la jornada destacó el auge del emprendimiento ecológico mexicano a través de stands de microempresas dedicadas a cuidar el planeta. Su filosofía era clara: productos orgánicos y naturales que benefician tanto a los consumidores como al medio ambiente.
Los asistentes pudieron recorrer un mercado de sabores con un fuerte compromiso ambiental, ya que se exhibieron productos como miel orgánica, donde los productores explican cómo realizan el proceso para cuidar directamente a las abejas y la biodiversidad, y así generar todo un proceso sin uso de productos químicos. También presentaron una micro empresa, donde realizaban queso natural, cuya elaboración evitaba el uso de químicos, así como una cerveza a base de miel, que fusiona la bebida artesanal con el apoyo a los polinizadores.
La oferta estaba complementada con stands temáticos y educativos, reforzando la importancia de la producción local y agroecológica. Entre ellos destacaron: “Sin maíz no hay país”, “Huevo agroecológico”, “Manos a la tierra”, “Salvemos el suelo”, “Pacto con la tierra” y “Hagamos composta”, creando un circuito de reflexión sobre la alimentación responsable. La creatividad fue también necesaria y palpable en el área dedicada al reciclaje, ya que diversos expositores mostraron cómo el ingenio transforma los residuos. El ejemplo más vistoso fue un gorro pesquero (también llamado bucket hat), creado con empaques de frituras, demostrando que la basura cotidiana puede tener una segunda vida espectacular. Otros stands enseñaron técnicas para hacer objetos funcionales a partir de materiales reciclables, e incluso en donde podrás bordar con pedazos de papel cortado y crear carteles con distintas frases o letras.
Además, el evento hizo hincapié en las acciones simples que todos podemos hacer. Se instaló un área de botes con la categoría correspondiente a la de los residuos de basura que simulaban una canasta de basquetbol, que hacía que la gente jugara un rato mientras le atinaba a tirar en donde corresponde su residuo, promoviendo la separación correcta de estos de una forma lúdica y social. También se encontraban lugares donde la gente podía realizar dinámicas de modo digital, ya sea escuchando a través de audífonos, sonidos que provenían de los ecosistemas o bien, donde podían visualizar un video pequeño sobre la vida marina. La combinación de emprendimiento orgánico e interacción demostró que la regeneración ambiental es posible a través de la economía local y la conciencia colectiva.

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