Redacción: Daniela Paredes Rocha
En el corazón más salvaje de Andalucía, existen más paraísos naturales que resisten intactos al paso del tiempo.

En el extremo sur de la península ibérica, entre las provincias de Cádiz y Málaga, se esconde uno de los espacios naturales más singulares de Europa: el Parque Natural de Los Alcornocales. Con cerca de 170.000 hectáreas de sierra, valles y ríos, este territorio protegido es considerado por muchos como una auténtica joya medioambiental inigualable.
Los característicos “canutos”, reductos de valles fluviales cubiertos de laurisilva, mantienen una humedad constante que ha permitido conservar especies vegetales propias de la Era Terciaria. Los visitantes pueden recorrer senderos populares como el de Valdeinfierno o ascender al pico del Aljibe, desde donde se divisa incluso la costa africana en días soleados. Además, el parque ofrece un montón de actividades para todos los públicos: desde descensos de cañones y rutas en piragua hasta paseos a caballo y vuelos en globo aerostático.
En sus frondosos bosques de alcornoques —que se descorchan cada nueve o diez años—, conviven con especies únicas como el corzo morisco, la gineta o el meloncillo, junto a aves emblemáticas como el buitre leonado, el águila perdicera o el halcón peregrino. Además, en otoño el parque se convierte en un destino relevante para los aficionados a la micología, que acuden a recolectar setas bajo la espesa cubierta vegetal que habla de este ecosistema.
Más allá de su riqueza natural, Los Alcornocales mantienen una estrecha relación con las tradiciones locales. La extracción del corcho sigue siendo una actividad esencial y sostenible, que sostiene una adecuada parte de la economía comarcal. La visita se completa con patrimonio histórico, gastronomía y la hospitalidad de sus pueblos.
Situado a unos 40 minutos de Cádiz y poco más de una hora y media de Málaga, este parque natural andaluz se levanta como uno de los extensos tesoros ecológicos del país, un destino impresionante para quienes buscan desconectar entre bosques milenarios y paisajes increíbles de ensueño y que de verdad tienes que visitar.
En tiempos donde la preocupación climática redefine nuestras prioridades, el Parque Natural de Los Alcornocales se eleva como un recordatorio vivo de lo que aún podemos proteger. No solo es un refugio de biodiversidad, sino un testimonio de elevación ecológica en medio de un mundo que transcurre demasiado rápido. Caminar por sus senderos es reencontrarse con una Europa que aún esconde secretos verdes y milenarios. Visitarlo no solo es una experiencia totalmente natural: es un acto de reconocimiento, de respeto y compromiso con aquello que no debe desaparecer. Porque en esta selva intacta de la península ibérica, la naturaleza aún quiere que la escuchen. Y nosotros aún estamos a tiempo de escucharla.
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