Descripción SEO: Argentina vive un momento clave en su panorama energético: mientras el petróleo y el gas impulsan un fuerte superávit, las energías renovables avanzan más despacio, marcando una dualidad que plantea tanto oportunidades como desafíos para el futuro
Redacción: Hena M. Andrés Cuevas

Argentina atraviesa un momento muy particular en su historia energética. Por un lado, vive un fuerte impulso gracias a sus exportaciones de gas y petróleo, mientras que por el otro, busca dar pasos más firmes hacia un futuro basado en energías renovables. Esta mezcla de avances y desafíos es lo que muchos llaman la “dualidad energética” del país.
Durante el primer semestre de 2025, Argentina logró un superávit energético de más de 3.700 millones de dólares, algo que no pasaba desde hace más de tres décadas. Gran parte de este resultado se debe al auge de Vaca Muerta, una de las reservas de hidrocarburos más importantes del mundo, y a la construcción de infraestructura clave como gasoductos que permitieron reducir importaciones.
Sin embargo, mientras el sector de los combustibles fósiles sigue creciendo, las energías renovables avanzan con más lentitud de la esperada. De acuerdo con datos oficiales, las fuentes limpias como la eólica y la solar representan alrededor del 18 % de la matriz energética nacional, un número cercano a la meta del 20 % que fija la Ley 27.191, pero aún sin alcanzarla por completo. Argentina cuenta con un gran potencial en este campo: los fuertes vientos de la Patagonia y la radiación solar del norte del país son condiciones envidiables para generar energía sustentable.
En este contexto, surge el proyecto Vector E+Argentina, una iniciativa que busca combinar la tecnología, la inteligencia artificial y la gestión energética para construir un sistema más eficiente y sostenible. La propuesta plantea un modelo “dual”, que aproveche tanto los recursos convencionales como el gas y el petróleo como las energías renovables, sin dejar de lado la innovación tecnológica.
Este enfoque permitiría mejorar la eficiencia, reducir emisiones y avanzar hacia una transición energética más ordenada y moderna. El desafío principal parece estar en equilibrar ambos mundos. Por un lado, el desarrollo del petróleo y el gas sigue siendo un pilar económico fundamental y genera miles de empleos en el país. Por el otro, el crecimiento de las renovables exige inversión, políticas actualizadas y un compromiso constante para sostener el cambio hacia una matriz más limpia.
Argentina tiene ante sí una gran oportunidad: aprovechar su actual bonanza energética para invertir en el futuro. Si logra usar sus recursos tradicionales como impulso para fortalecer la innovación y la sostenibilidad, podría convertirse en un referente regional. La clave está en no ver la dualidad como una contradicción, sino como un punto de partida hacia una transformación más equilibrada y duradera.
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