Redacción: Naome Zavala
Mientras la Península Ibérica registra un mínimo histórico de hectáreas quemadas gracias a las lluvias, países como Rumanía, Francia y Reino Unido luchan contra un drástico aumento de los incendios forestales en lo que va de 2025.
La temporada de incendios forestales en Europa ha comenzado este 2025 con un escenario inusual y contrastante. Contrario a la tendencia habitual, España se encuentra en una situación sorprendentemente favorable, con una superficie quemada que no alcanza ni la mitad de la media de la última década. Las abundantes lluvias registradas durante la primavera han sido clave para mantener a raya las llamas en el país. Según el Ministerio para la Transición Ecológica, hasta el 15 de junio, solo 12,683 hectáreas han sido calcinadas en España, lo que representa un 59.6% menos que el promedio de los últimos 10 años y un 39.4% menos que el año anterior.
Sin embargo, esta calma española contrasta drásticamente con la situación en otras partes del continente. El Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS) revela que, en la primera mitad del año, un total de 186,804 hectáreas han ardido en los países de la Unión Europea, lo que significa un alarmante aumento del 153% respecto al año pasado. Este incremento exponencial en las estadísticas europeas de 2025 se atribuye, en gran medida, a un solo país: Rumanía, donde las llamas han devastado 121,018 hectáreas hasta la fecha, representando la mayor parte de la superficie quemada en el continente.
Pero Rumanía no es el único foco de preocupación. Los incendios forestales también están causando estragos en naciones ubicadas más al norte, como Francia y el Reino Unido, donde la alarma se ha disparado. Incluso en Alemania, a pesar de que la cantidad de hectáreas quemadas (2,700) es relativamente pequeña en comparación con España, este número representa un aumento del 660% con respecto a la media del periodo 2006-2024 para el país. La situación es particularmente alarmante en el Reino Unido, donde el 2025 se perfila como un año récord en cuanto a incendios.
Lo más notable del caso rumano es el sorprendente silencio mediático en torno a la magnitud de sus incendios, a pesar de que son cada vez más frecuentes e incontrolables. Esta alarmante situación es consecuencia de una combinación de factores, incluyendo períodos de sequía intensificados por el cambio climático, así como diversas actividades humanas. Expertos señalan la quema incontrolada de vegetación y los cambios en el uso de los terrenos como causas principales. Además, se destaca el componente social relacionado con la fragmentación de la propiedad tras la caída del régimen comunista en 1989, el abandono de tierras agrícolas, el envejecimiento de la población rural, la reducción del ganado y las zonas de pastoreo, y una notable ausencia de campañas de sensibilización sobre las graves consecuencias y la ilegalidad de las quemas. La paradoja de una Europa dividida ante el avance del fuego subraya la complejidad de un fenómeno que combina factores climáticos y socioeconómicos.
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