Redacción: Enrique Hernández
Europa avanza en su cruzada ambiental con la aprobación de nuevas normativas para frenar la contaminación del aire, el agua y los suelos, en respuesta al alarmante declive de la biodiversidad en varias regiones del continente.
El Parlamento Europeo votó a favor de una actualización del Plan de Acción Contaminación Cero, con medidas más estrictas para el control de vertidos industriales, límites de emisiones más bajos para vehículos y vigilancia reforzada de pesticidas en zonas agrícolas.
Las decisiones se producen tras la publicación de un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) que advierte que una de cada tres especies de aves en Europa ha disminuido drásticamente en los últimos 20 años, principalmente por la pérdida de hábitats y el uso intensivo de agroquímicos.
En Francia y Alemania, organizaciones como Greenpeace y BirdLife Europe realizaron actividades de sensibilización en parques urbanos, proyectando imágenes de especies en peligro como el abejorro común, el ruiseñor y la mariposa apolo, para visibilizar el impacto de la contaminación invisible.
También hubo acciones simbólicas como la siembra masiva de flores silvestres en zonas urbanas de Varsovia, Viena y Copenhague, promovidas por iniciativas ciudadanas que buscan recuperar espacios para los polinizadores.
En paralelo, se registraron protestas en Rotterdam y Praga contra empresas acusadas de verter residuos industriales en ríos como el Rin y el Elba, afectando la flora acuática y contaminando fuentes de agua potable.
Uno de los casos más graves se dio en Italia, donde autoridades ambientales clausuraron temporalmente una planta química en el norte de Lombardía tras detectarse niveles peligrosos de metales pesados en el río Oglio.
La Unión Europea se enfrenta al reto de cumplir con sus compromisos del Pacto Verde, especialmente la meta de restaurar al menos el 20% de los ecosistemas degradados para 2030. A pesar del avance regulatorio, expertos como la bióloga Sarah Meijer del Instituto Naturalis (Países Bajos), insisten: “No basta con sanciones; necesitamos transformar nuestra relación con la naturaleza”.
Mientras tanto, este fin de semana dejó claro que la biodiversidad ya no es solo un tema de conservación, sino de salud pública, seguridad alimentaria y resiliencia climática.
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