Redacción: Guicela Garrido
El imparable avance de la inteligencia artificial exige centros de datos cada vez más potentes, generando un subproducto inevitable: ingentes volúmenes de calor residual. Mientras en gran parte del mundo este calor se disipa inútilmente en el medio ambiente, en Finlandia se ha transformado en un recurso estratégico para enfrentar sus fuertes inviernos.
La capital, Helsinki, se ha convertido en el epicentro de esta innovación. La empresa pública Helen ha desarrollado una infraestructura para capturar el calor producido por los servidores de compañías como Equinix y utilizarlo directamente como calefacción urbana.
El corazón de este modelo es el sistema de calefacción urbana, una red de tuberías aisladas que distribuyen agua caliente a hogares y edificios. En lugar de quemar combustibles fósiles para calentar el agua, se inyecta el calor térmico recuperado de la actividad digital.
La viabilidad técnica depende crucialmente de la proximidad: para mantener la eficiencia y evitar costes elevados, la conducción térmica debe ser a corta distancia entre los centros de datos (muchos de ellos subterráneos) y las viviendas beneficiadas. El sistema se complementa con estaciones de intercambio y bombas de calor que adaptan la temperatura a las necesidades residenciales.
La reutilización de este calor digital ofrece múltiples ventajas ambientales y socioeconómicas:
- Menos Emisiones: Al disminuir la dependencia de fuentes adicionales de calefacción, se reduce drásticamente el uso de combustibles fósiles, impactando positivamente en la huella de carbono local.
- Mayor Eficiencia: Se optimiza el rendimiento del sector tecnológico al convertir un residuo en una entrada útil, evitando la pérdida de energía.
- Estabilidad en Costes: Las comunidades conectadas acceden a una fuente de calor constante y menos volátil que los precios del mercado energético tradicional, garantizando una mayor estabilidad económica para los usuarios.
Este enfoque no solo representa un beneficio ambiental para las empresas tecnológicas, sino que también refuerza su integración social, convirtiendo la infraestructura digital en un actor que proporciona soluciones a las necesidades energéticas locales. Un ejemplo de su potencial es el proyecto en Hamina, donde la colaboración con Google se proyecta para cubrir hasta el 80% de la demanda de calefacción de la zona.
El modelo finlandés ha puesto a la vanguardia a los países nórdicos. Suecia y Noruega ya están desarrollando sistemas equivalentes, anticipando que el crecimiento global de la IA aumentará el potencial energético de esta práctica.
No obstante, el sistema tiene sus limitaciones:
- Ubicación y Escala: Si los centros de datos están lejos de las zonas residenciales, el transporte térmico se vuelve inviable o demasiado costoso.
- Consumo Eléctrico: La solución se centra en la gestión térmica; no reduce el consumo eléctrico necesario para operar los servidores.
Aun así, la integración del calor digital en las necesidades energéticas locales demuestra un camino hacia una infraestructura digital más sostenible y un nuevo modelo de economía circular aplicado a la energía.
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