Redacción: Carolina Herrera
Un equipo de CONICET-CENPAT y del Museo Egidio Feruglio descubrió en Chubut el fósil más completo de una tortuga marina gigante. Convirtiéndose en un hallazgo memorable para entender la evolución de esta especie.

Las tortugas marinas han recuperado una parte de su historia. Un equipo de investigadores del CONICET-CENPAT, hallaron el fósil más conservado de la historia de una tortuga marina gigante de aproximadamente 20 millones de años, en la costa de Chubut.
Originalmente descubierto en 2016 por un grupo de científicos del Instituto Nacional Patagónico, en sedimentos marinos de entre 10 y 20 millones de años. Un año después, fue protegido con un bochón de yeso para prevenir cualquier proceso de erosión y afectaciones por la exposición, esta protección fue realizada por especialistas del Museo Egidio Feruglio (MEF).
Su recuperación y extracción se dificultó por muchos años debido a contratiempos, logística y la gran pandemia por Covid-19 que paró a todo el mundo. Sin embargo, en 2021 los técnicos del MEF crearon un medio de transporte que aguantara los aproximadamente 500 kilos del fósil, denominado “tortu-móvil”. El trabajo involucró a más de 30 personas, entre voluntarios, técnicos e investigadores, se realizaron jornadas donde se avanzaban de 100 a 300 metros, en grupo de seis personas.
Finalmente en 2024, se realizó su traslado completo al MEF, en Trelew, donde se comenzó el minucioso trabajo de preparación en laboratorio. Aplicando técnicas de datación radiométrica en los sedimentos que rodeaban el fósil, se determinó que tiene de 19 a 20 millones de años de antigüedad.
Tal hallazgo fundamental para comprender y estudiar la evolución de las tortugas marinas, fue confirmado por Juliana Sterli, doctora en Ciencias Naturales, licenciada en Biología con orientación en Paleontología e investigadora del Conicet.
Con este contexto, el fósil “pertenece a la familia de las dermoquélidas, el mismo grupo que incluye a la actual tortuga laúd”, explicó Sterli. Siendo bautizado como Helianthochelys redondita, llamado así por la apariencia de un girasol de sus osículos que se encuentran en el caparazón; en términos griegos helios es sol y anthos es flor. La parte de “redondita” hace referencia a la locación donde fue descubierta, la Estancia La Redonda Chica.
El ejemplar consiste de un caparazón casi completo, fragmentos de cráneo y restos poscraneanos, “Este tipo de tortugas es muy particular: su caparazón no tiene las placas óseas comunes, sino miles de pequeñas plaquitas irregulares. Es un grupo único entre las tortugas marinas y este hallazgo es clave para comprender su evolución”, destaca Sterli.
El fósil se encuentra exhibido públicamente en el museo para la apreciación comunitaria y siendo clave para descubrir todos los cambios morfológicos de las tortugas marinas a lo largo de millones de años.
“Este tipo de hallazgos son fundamentales. Forman parte de nuestro patrimonio paleontológico y cuentan la historia profunda de nuestro territorio. La ciencia argentina sigue dando respuestas, a pesar de las dificultades”, concluyó la investigadora.
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