Combustibles fósiles

Fracking: una amenaza para agua, salud y clima 

La fracturación hidráulica sigue generando preocupación en México por sus impactos en el agua, la salud y el medio ambiente, mientras comunidades y expertos llaman a buscar alternativas sostenibles 

Redacción:  Hena M. Andrés Cuevas  

El fracking o fracturación hidráulica, es una técnica de extracción de hidrocarburos que ha generado gran polémica en México debido a sus impactos ambientales y sociales. Consiste en perforar el subsuelo a gran profundidad e inyectar una mezcla de agua, arena y productos químicos para fracturar las rocas y liberar gas o petróleo atrapado. Esta técnica permite acceder a hidrocarburos no convencionales, como el gas de esquisto, que de otro modo serían muy difíciles de extraer, y ha sido presentada por algunos como una forma de aumentar la producción de energía y garantizar suministro para la industria y los hogares. Entre sus beneficios, el fracking puede generar empleos en regiones donde se desarrolla, contribuir a la autosuficiencia energética y ofrecer una fuente de energía relativamente económica en el corto plazo. 

Sin embargo, los riesgos asociados son múltiples y significativos. Uno de los principales es el alto consumo de agua, un recurso que en muchas regiones de México ya es escaso. La operación requiere enormes volúmenes de agua que pueden afectar el abastecimiento para comunidades cercanas y actividades agrícolas. Además, los líquidos utilizados en el proceso contienen sustancias químicas que pueden filtrarse hacia los mantos freáticos y cuerpos de agua superficiales, generando contaminación de fuentes hídricas. Esta situación no solo amenaza la disponibilidad de agua potable, sino también la biodiversidad local. 

Otro riesgo grave del fracking es la emisión de gases de efecto invernadero, particularmente metano, que es mucho más potente que el dióxido de carbono en términos de calentamiento global. Esto contribuye directamente al cambio climático, un problema que ya afecta a muchas regiones del país con sequías, temperaturas extremas y fenómenos meteorológicos más frecuentes e intensos. La exposición a los químicos usados en la fracturación hidráulica también puede tener efectos negativos en la salud de las personas, provocando problemas respiratorios, daños en el sistema nervioso y, en algunos casos, enfermedades más graves como ciertos tipos de cáncer. 

A pesar de que el gobierno mexicano ha anunciado restricciones o prohibiciones sobre esta técnica, organizaciones como Greenpeace denuncian que el fracking continúa en algunas zonas debido a la falta de legislación clara y la existencia de proyectos autorizados anteriormente. Esto ha generado preocupación entre comunidades locales y defensores del medio ambiente, quienes exigen acciones más firmes y la promoción de alternativas sostenibles, como energías renovables, eficiencia energética y políticas públicas que prioricen la protección del medio ambiente y la salud de la población. 

El fracking puede ofrecer ciertos beneficios en términos de producción energética y generación de empleo, pero sus desventajas son considerables, especialmente para el agua, la salud humana y el clima. Su uso en México plantea un dilema entre la necesidad de energía y la protección del medio ambiente, haciendo indispensable que las autoridades implementen medidas claras, efectivas y transparentes que aseguren la seguridad de las comunidades y el respeto a los recursos naturales. La transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles se presenta como la alternativa más segura y responsable para el futuro del país, garantizando que la energía que consumimos no tenga un costo irreparable para el entorno ni para las generaciones que vienen. 

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