Redacción: Carolina Herrera
El Congreso de la Ciudad de México aprobó una reforma a la Ley Ambiental para incluir la contaminación lumínica como un nuevo tipo de contaminación. Buscando establecer parámetros de prevención y control.
Con el objetivo de vigilar una nueva contaminación, como es la lumínica, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la iniciativa presentada por el legislador Jesús Sesma Suárez, de la Asociación Parlamentaria Alianza Verde Juntos por la Ciudad. La cual busca reformar y adicionar diversas disposiciones de la Ley Ambiental de Protección a la Tierra en el Distrito Federal
En paralelo, se avaló una reserva que incorpora un artículo cuarto transitorio a la Ley, donde se le ordena a la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México establecer panoramas claros en una norma ambiental fuerte. La misma que deberá incorporar los niveles máximos de luz artificial que se permita, la regulación de sus emisiones y fijar los procesos adecuados de medición, control y, especificar qué establecimientos deberán ser regulados.
Esta propuesta indica un paso hacia una acción real contra la contaminación lumínica desde la ley, ya que se intenta incorporarla dentro de un marco legal. De esta forma, se podrá establecer criterios sólidos para su prevención, control y cuidado.
Asimismo, con esta herramienta legislativa se deberá crear e incorporar un programa de aprovechamiento, regulación y control de la luz artificial y la luz intrusa, el cual formará parte de la Licencia Ambiental Única, conforme en la norma ambiental.
Pero, ¿qué es la contaminación lumínica?
Es el reflejo de un carente equilibrio entre la tecnología y el cuidado ambiental. Debido a que, este fenómeno ilumina excesivamente el espacio natural nocturno con luces artificiales, las cuales terminan ocultando innecesariamente el resplandor de las estrellas, alteran las condiciones de la vida silvestre y hasta tienen repercusiones en la salud humana.
En gran parte, la luz emitida por alumbrados públicos, edificios o anuncios, es desperdiciada al no estar centrada correctamente para que se ilumine la zona necesaria, y en cambio se dispersa hacia otros lados. Demostrando la falta de capacidad de utilizar correctamente estas herramientas y solo dar pie a una sobreiluminación innecesaria.
De esta forma, se crea una amenaza constante para la flora y la fauna, en donde a estos últimos se les altera su reloj interno, sus hábitos alimenticios y de reproducción. Conllevando a que se desorienten en sus rutas migratorias y se tengan que desplazar hacia otros hábitats, fomentando la existencia de especies invasoras.
Por otro lado, esta iluminación artificial excesiva también implica un cambio en el reloj biológico humano. La cual crea una alteración en la melatonina, la hormona del sueño, lo que genera padecer de insomnio y otros problemas de salud.
Con este contexto, la aprobación de la norma ambiental coloca a la capital mexicana como un ejemplo en la creación de políticas públicas que reconocen la luz artificial como un agente contaminante.

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