Redacción: Daniela Paredes Rocha
Descubre cómo los niños están evaluando el entorno ambiental que les rodea y que heredará la próxima generación y su impacto en la herencia ambiental del futuro.

En una increíble y fría mañana inglesa del pasado junio, una multitud se reunió en el Jardín Botánico Real de Kew para enviar un mensaje al futuro. Entre los presentes estaban celebridades como David Bellamy y muchos niños. Justo antes del mediodía, se selló la cápsula del tiempo, que contenía cartas, poemas y una disculpa, todos dirigidos a los jóvenes habitantes de un mundo que será increíblemente distinto en 2044.
La ceremonia coincidió con eventos similares en Seychelles y en Sudáfrica, en Pietermaritzburg, la segunda ciudad más grande de Natal; los tres lugares estuvieron conectados por teléfono para compartir y apoyar mutuamente sus angustias. Al día siguiente, que coincidió con el Día Mundial del Medio Ambiente, otra cápsula fue enterrada en Ness, cerca de Liverpool, así como en tres pueblos de México, y en Sídney y Seychelles.
La intención, implica el profesor John Guillebaud, creador de la idea, es incluir cada vez más naciones, hasta que la mayoría del mundo participe y las futuras generaciones puedan recibir este mensaje y aprender del cuidado del ambiente.
Guillebaud está lejos del estereotipo del “activista verde”: es alto, delgado y viste trajes de tres piezas con rayas. Vive en Oxford, pero trabaja en Londres, donde lleva el Margaret Pyke Centre, uno de los centros de planificación familiar más grandes del mundo. Además, es autor de un conocido libro sobre anticoncepción oral llamado simplemente La píldora, y sabe haber realizado más de 3,000 vasectomías.
Las cartas y poemas que forman parte de la cápsula fueron el resultado de un concurso escolar y un aprendizaje que se llevará para próximas generaciones y cuidado ambiental, juzgado por David Bellamy, el “botánico británico” reconocido por su compromiso con el entorno y el ambiente, y por Sir Crispin Tickell, antiguo diplomático y Guardián de Green College, Oxford. Ellos seleccionaron una docena de trabajos de entre más de 1,000 propuestas de escuelas británicas.
La cápsula también contiene muestras de los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. El aire fue relativamente sencillo: un frasco de aire fresco de los bosques de Oxfordshire. La tierra provino del jardín del profesor Guillebaud. Se incluyeron dos frascos de agua, uno de grifo y otro del mar, para que los ciudadanos de 2044 puedan comparar con su propio entorno. El fuego representó un desafío: ¿cómo enterrar llamas durante medio siglo? Se decidió incluir un recipiente de cristal con gasolina, asegurando que su origen permaneciera profundo en la Tierra.
¿Qué pasará con los niños y las futuras generaciones de 2044 en África, Inglaterra, México y quizá Australia? ¿Cómo recibirán este mensaje? Puede que lo encuentren tan ansioso como emocionante, o incluso privado. Lo que es seguro es que lo percibirán como sincero y verdadero. Para nosotros, representa una forma extraordinariamente original de centrar la atención más allá de nuestras preocupaciones diarias, recordándonos el bienestar de quienes vendrán y saber mantener al planeta a salvo.
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