Redacción: Carolina Herrera
Bajo las calles y parques de la ciudad, los hongos forman una red viva que recicla nutrientes, protege plantas y limpia el suelo. Su papel es clave para la sostenibilidad de los ecosistemas urbanos.

Creciendo entre rincones de la ciudad, los hongos crean una red sostenible que para muchos es invisible, sin embargo, fungen un papel clave en la existencia de los ecosistemas urbanos. Convirtiéndose en una especie aliada que muchos no notan.
Al mirar con atención, en una rutina cotidiana es posible encontrar diversas especies de hongos, los mismos que siempre han estado ahí, representando solo una parte de un ecosistema subterráneo y extenso. Algunos de ellos han evolucionado de tal forma que pueden reproducirse en un entorno dominado por el hombre.
Pero hay más que eso, muchos contribuyen silenciosamente en la salud de los ecosistemas urbanos y la micología urbana se desempeña en estudiar eso. Asimismo, esta disciplina analiza e investiga la diversidad, distribución y ecología de los hongos en la urbanización.
Existen diversos hongos que ayudan a procesos clave para el medio ambiente, unos de ellos son los saprófitos. Estos son responsables de un reciclaje de nutrientes, lo hacen a través de un proceso donde descomponen la materia orgánica muerta, como son las hojas caídas, troncos de los árboles o el estiércol. Logrando que, en el proceso se liberen nutrientes como el carbono y el nitrógeno, los cuales se reintegran con el suelo.
Por otro lado, están las micorrizas, un tipo de hongo que penetra de forma intracelular las raíces del 95% de las plantas. Creando una interconexión benéfica con un libre flujo de nutrientes entre ellas. En el caso de los hongos, por medio de la fotosíntesis de la planta pueden obtener acceso a carbohidratos, mientras que la planta absorbe agua y nutrientes minerales, como el fósforo y el nitrógeno.
Además, la presencia de las micorrizas es crucial en los árboles urbanos, ya que aparte de los beneficios ya mencionados, también ayuda al fortalecimiento de sus raíces ante un estrés hídrico (sequías), a las sales y a los desequilibrios del pH.
Según un estudio publicado en Nature Ecology & Evolution, los hongos micorrícicos urbanos muestran una adaptación inigualable para tolerar grandes cantidades de metales pesados y otros patógenos del suelo.
En esta misma línea de protección, se encuentran los hongos endofíticos que a pesar de nutrirse de los tejidos vegetales, estos liberan sustancias que alejan a todo depredador, como es el caso de los herbívoros. Convirtiéndose en un protector natural.
Asimismo, esta especie contribuye en el desarrollo de nuevos fármacos al producir compuestos bioactivos con actividades anticancerígenas, antibióticas, antiinflamatorias, y neuroprotectoras. De la misma forma que el hongo Penicillium, que produce la penicilina.
Con este contexto, sin duda alguna se puede categorizar al reino fungi como un aliado invisible que sostiene la vida urbana desde las profundidades del suelo. No solo manteniendo vivo los ecosistemas, sino que también conecta la salud del planeta con la nuestra.

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