Redacción: José Sahagún

Iberdrola ha confirmado la venta de sus operaciones mexicanas, incluyendo 15 plantas de generación eléctrica, por un monto aproximado de 4 200 millones de dólares, lo que evidencia su salida definitiva del país. Entre los activos vendidos se encuentran centrales de ciclo combinado, cogeneración, y —clave en esta discusión — plantas de energías renovables como eólicas y fotovoltaicas. Esto representa una parte importante de la capacidad limpia instalada que Iberdrola gestionaba en México.
El movimiento es parte de la estrategia global de Iberdrola de concentrar sus inversiones en redes de transmisión y distribución, especialmente en mercados como Estados Unidos y Reino Unido.
También responde a preocupaciones respecto a la estabilidad jurídica y fiscal mexicana, que la empresa considera un factor de riesgo para operar bajo esquemas regulados y de generación.
¿Qué implicaciones tiene esto para las energías renovables en el país?
- Hay un claro vacío que deja la salida de un actor relevante del sector renovable privado, tanto en el desarrollo de proyectos como en la operación de los que ya estaban en funcionamiento.
- Se espera que nuevos operadores —en particular empresas nacionales o extranjeras que buscan crecimiento verde— asuman estos activos renovables.
- Aunque hay incertidumbre sobre si esto afectará los marcos regulatorios para nuevas inversiones renovables, el gobierno ha señalado que sigue vigente la certeza jurídica para la generación eléctrica privada, incluida la renovable.
Iberdrola, mientras tanto, dejará atrás una infraestructura renovable que incluía más de 1 200 MW en capacidad instalada, eólicos y solares entre sus plantas, como parte de los activos vendidos.
Este cambio marca un momento crítico para el sector privado de energías limpias en México: la transición energética podría ralentizarse si no se garantiza que los nuevos dueños inviertan en mantenimiento, expansión y cumplimiento de estándares ambientales.