Redacción Melissa Paniagua
Actualmente, los cultivos se enfrentan a una gran amenaza, ya que se prevé que para el año 2050 el rendimiento de estos disminuya un 8 % debido al cambio climático y al calentamiento global, ambos causados por las emisiones de dióxido de carbono. Si dichas emisiones continúan sin control, esta disminución podría superar el 20 % en las siguientes décadas, según los pronósticos de la FAO y otras organizaciones internacionales.
No hay una visión positiva del futuro, y existe un desacuerdo sobre la responsabilidad de la crisis climática y quiénes deberían hacer el mayor esfuerzo por detener su avance. Por un lado, están los países desarrollados que, aunque actualmente ya están llevando a cabo los esfuerzos necesarios para evitar un mayor deterioro, presionan a las economías en desarrollo para que hagan lo mismo.
Sin embargo, estas últimas se oponen a implementar más restricciones ya que esas medidas podrían frenar su crecimiento económico, señalando que los países industrializados son los principales culpables de la situación actual ya que en el pasado priorizaron su avance económico sin considerar el impacto climático.
Se han llevado a cabo estudios en más de 12,000 regiones y 55 países para analizar la disminución de los cultivos. Estos análisis se enfocaron en seis cultivos fundamentales que son trigo, maíz, arroz, cebada, soja o mandioca. Existe una probabilidad de entre 70 % y 90 % de que la producción de estos alimentos básicos disminuya.
El uso excesivo y constante de los suelos es una realidad, y las decisiones al respecto están en manos de cada agricultor. La FAO señala que la tierra no es propiedad de una persona o de una generación, sino un legado que debemos cuidar para garantizar su capacidad de producción para las próximas generaciones.
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