Redacción: Guicel Garrido
En una década desde que se adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), más de 2000 millones de personas, es decir, una de cada cuatro, aún no tienen acceso a agua potable segura, según un informe de UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto equivale a 106 millones de personas que dependen directamente de fuentes de agua sin tratar, como ríos y lagos, evidenciando profundas desigualdades en el acceso a recursos básicos. El informe destaca que las poblaciones en países menos desarrollados y las comunidades rurales son las más afectadas, al igual que los pueblos indígenas, minorías étnicas, y, en particular, las mujeres y niñas.
La escasez de agua no es el único desafío. El informe también revela que 3400 millones de personas carecen de instalaciones sanitarias seguras, y 1700 millones no cuentan con servicios básicos de higiene en sus hogares. Estas carencias tienen un impacto directo en la salud pública, contribuyendo a la propagación de enfermedades y muertes prevenibles. La falta de acceso a saneamiento afecta desproporcionadamente a mujeres y niñas, quienes enfrentan dificultades adicionales durante la menstruación, lo que a menudo las obliga a abandonar la escuela, el trabajo o actividades sociales.
El informe de UNICEF y la OMS subraya las profundas desigualdades de género que persisten debido a la falta de acceso a agua y saneamiento. En regiones como el África subsahariana y el sur de Asia, millones de mujeres y niñas dedican más de media hora diaria a recolectar agua, una carga que limita su desarrollo y refuerza las desigualdades sociales. Esta situación no solo restringe sus oportunidades educativas y laborales, sino que también las expone a mayores riesgos para su seguridad y bienestar.
Con solo cinco años restantes para la fecha límite de 2030, la ONU advierte que el compromiso de garantizar agua potable, saneamiento e higiene para todos está en peligro. Expertos de la OMS señalan que se necesitan acciones más rápidas y decisivas para alcanzar a las comunidades más vulnerables y cumplir con los ODS. La situación actual requiere un esfuerzo global concentrado para cerrar la brecha y asegurar que este derecho humano básico llegue a las poblaciones más marginadas, garantizando un futuro más equitativo y saludable para todos.
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