Redacción: Arturo Cruz
En un laboratorio finlandés, la naturaleza ha vuelto a ser maestra. Investigadores de la Universidad de Turku han desarrollado una técnica revolucionaria que replica las microestructuras de las hojas de árboles —como la Ficus religiosa— para mejorar el rendimiento de la electrónica flexible. Esta innovación, basada en principios de la biomimética, plantea una alternativa sostenible a los métodos convencionales de fabricación.
Las hojas contienen estructuras fractales: patrones que se repiten a distintas escalas, optimizando funciones como la captación de luz y la conducción de nutrientes. Reproduciendo estas formas con precisión superior al 90 %, los científicos han logrado transferirlas a materiales como el nailon, generando superficies que combinan flexibilidad, resistencia y alta eficiencia.
A diferencia de técnicas como el origami o el kirigami, que crean patrones de manera artificial, esta propuesta se basa en diseños ya perfeccionados por la evolución. El proceso implica pulverizar materiales conductores sobre esqueletos de hoja, que luego se desprenden como calcomanías para formar superficies funcionales.
Ventajas clave:
- Mayor área superficial sin sacrificar flexibilidad.
- Mejor conductividad y eficiencia energética, al facilitar el transporte de carga y la disipación del calor.
- Aplicaciones amplias, desde sensores portátiles hasta pieles electrónicas para prótesis o robótica blanda.
Además de su bajo impacto ambiental, esta tecnología permite el uso de materiales sostenibles y conductores alternativos a los metales, lo que reduce la huella ecológica de los dispositivos.
El grupo de investigación “Materiales para dispositivos flexibles” lidera este desarrollo con el objetivo de unir lo mejor de dos mundos: la eficiencia biológica y la versatilidad tecnológica. Esta sinergia redefine el futuro de la electrónica, orientándola hacia un modelo más ecológico, escalable y funcional.
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