La presión para ser más responsables con el medio ambiente crece cada día y, actualmente, alrededor de la mitad de las empresas enlistadas en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) son identificadas como intensas en emisiones contaminantes. Eduardo Piquero, director de México CO2, ha enfatizado la necesidad de que estas corporaciones mejoren sus prácticas medioambientales. Esta demanda no sólo proviene de la sociedad en general, sino también de inversionistas institucionales, incluidas administradoras de fondos de pensiones y fondos privados.
México CO2, una entidad filial de la BMV, se dedica a fomentar mercados ambientales y combate el cambio climático mediante la educación y promoción de empresas, con el objetivo de reducir las emisiones de efecto invernadero e impulsar los mercados de carbono. Piquero destaca que la preocupación por el medio ambiente no es una moda pasajera, sino una demanda concreta y creciente de inversionistas tanto nacionales como internacionales.
La tendencia hacia la sostenibilidad ya se refleja en la financiación corporativa en México. José-Oriol Bosch, director de la BMV, señaló que actualmente las emisiones de bonos categorizados como verdes, sociales o sustentables representan el 50 por ciento de todo el financiamiento en el mercado de deuda del país. Desde 2015, con el lanzamiento del primer bono verde por Nacional Financiera (Nafin), se han colocado bonos por más de 650,000 millones de pesos bajo el esquema de responsabilidad social.
A pesar de estos avances, todavía queda mucho trabajo por hacer. Piquero subrayó que es esencial emitir una considerable cantidad de deuda etiquetada con criterios ambientales y sociales para satisfacer la creciente demanda y atraer a inversionistas de regiones como Estados Unidos, Europa y Asia. La urgencia se intensifica dado el actual «punto de quiebra» climático global, donde la temperatura está aumentando y se están observando efectos adversos como la escasez de agua.
Con inversionistas haciendo preguntas más detalladas y exigiendo una mayor transparencia en temas medioambientales y de gobierno corporativo, queda claro que las empresas en México deben actuar rápidamente. De no hacerlo, no solo enfrentarán la desaprobación de sus inversionistas, sino también el riesgo de impactos económicos graves debido a las consecuencias del cambio climático.
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