Redacción: Amairany Ramírez
El calentamiento global reescribe el mapa hídrico de África, con proyecciones que indican que el desierto del Sahara podría recibir hasta un 75% más de precipitación hacia fines del siglo XXI.
Durante siglos, el desierto del Sahara ha sido un sinónimo global de sequía y estabilidad climática. Sin embargo, esta imagen inmutable está a punto de ser alterada por completo a medida que el planeta se calienta. Investigadores de la Universidad de Illinois en Chicago, en colaboración con expertos internacionales, han presentado un estudio que predice un giro inesperado en el régimen de lluvias africano. Lejos de intensificar su sequedad, el Sahara está proyectado para recibir lluvias cada vez más frecuentes y abundantes.
El estudio, publicado en la revista npj Climate and Atmospheric Science, establece que las precipitaciones en esta vasta región podrían incrementarse hasta un 75% hacia finales del siglo XXI. Esta impactante cifra se alcanza bajo el escenario de emisiones elevadas de gases de efecto invernadero (SSP5-8.5) y surge de la comparación entre los registros históricos de 1965-2014 y las proyecciones estimadas para el periodo 2050-2099.
El autor principal del trabajo, Thierry Ndetatsin Taguela, explicó la magnitud de este fenómeno, señalando que “El Sahara casi duplicará sus niveles históricos de lluvia, algo que parecía impensable hace unas décadas”. Para obtener estos resultados estadísticamente robustos, el equipo científico analizó 40 modelos climáticos globales, centrándose en ocho regiones clave del continente africano y ajustando los datos según las definiciones del IPCC.
La causa principal de este aumento de las precipitaciones radica en la física atmosférica del cambio climático. A medida que la temperatura global se eleva, la atmósfera incrementa su capacidad para retener vapor de agua. Cuando el aire se satura de esta humedad adicional, se fomenta la formación de más nubes y las lluvias se vuelven más frecuentes.
No obstante, la proyección de la transformación hídrica en África es compleja y no se distribuye de manera homogénea. Mientras que el Sahara experimenta el mayor aumento proyectado, otras áreas también verán incrementos significativos, como el sudeste africano (24%) y el centro-sur africano (17%). En contraste, la región del suroeste africano es la única que podría registrar una leve disminución en las precipitaciones, de hasta el 5%. Esta disminución se atribuye a cambios en los movimientos verticales del aire que dificultan la formación de nubes necesarias para generar lluvia.
Aunque la tendencia general apunta hacia condiciones más húmedas en el Sahara, los investigadores advierten que la magnitud precisa del cambio aún está sujeta a una “considerable incertidumbre”. La disparidad entre las diferentes estimaciones de los modelos climáticos se debe, en más del 85%, a las variaciones en cómo se simulan los procesos de formación y desarrollo de las nubes. Por ello, mejorar estos modelos resulta fundamental para fortalecer la confianza en las proyecciones regionales.
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