Redacción Melissa Paniagua
Como una solución innovadora para la escasez de agua, Israel, un país rodeado de desierto y fuentes de agua limitadas, logró volver potable el agua de mar en grandes cantidades. Gracias al impulso que generó esta escasez, este país se convirtió en uno de los líderes globales de tecnología hídrica.
El 70% de agua que consumen sus millones de habitantes surge de cinco plantas desalinizadoras; estos centros de potabilización están instalados a lo largo de los 270 kilómetros de la costa del país, operadas por el sector privado bajo un esquema público-privado.
Israel cuenta con la planta de desalinización por ósmosis más grande del mundo; esta técnica llamada ósmosis es un proceso que dura menos de una hora, en el cual el agua del mediterráneo pasa por filtros especiales para eliminar la sal, y así es como ahora se abastece el país e incluso a países vecinos como Palestina y Jordania.
En Israel, el 90% de agua que se utiliza en el país es reciclada. A través de la desalinización, se producen 700 millones de metros cúbicos de agua potable al año por medio de las plantas, una de ellas midiendo 10 hectáreas, representando una inversión de 500 millones de dólares.
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