Iniciativa pública y Medio ambiente

Jóvenes Activistas Luchan por el Medio Ambiente en América Latina

Jóvenes Activistas Luchan por el Medio Ambiente en América Latina

Redacción: Enrique Hernández 

En América Latina, la lucha por el medio ambiente no solo está en manos de organizaciones y gobiernos, sino que también es impulsada por niños y jóvenes que han tomado un rol protagónico en la defensa de la naturaleza. Esta semana, dos historias destacaron por su impacto en la conservación y recuperación de ecosistemas en Ecuador y Bolivia. 

En Ecuador, Dannya Bravo, una niña de 13 años, se ha convertido en una de las principales voces contra la quema de gas en la Amazonía. Desde pequeña, observó cómo los mecheros encendidos cerca de su hogar contaminaban el aire, afectaban la biodiversidad y ponían en riesgo la salud de su comunidad. Tras la enfermedad de su padre, quien padeció problemas respiratorios, decidió tomar acción. En 2021, junto a otras niñas, demandó al Estado ecuatoriano, logrando que un juez ordenara la eliminación progresiva de los mecheros en la región. Sin embargo, la implementación de esta medida ha sido lenta y aún quedan muchos encendidos. Dannya ha continuado con su activismo, organizando talleres informativos y denunciando los efectos devastadores de esta práctica en la comunidad y en el medio ambiente. Su lucha no ha estado exenta de riesgos, enfrentando hostigamiento por parte de autoridades, pero su compromiso sigue firme: proteger su hogar y los derechos de la naturaleza. 

Mientras tanto, en Bolivia, Dayana Blanco, una joven de 26 años perteneciente a la comunidad aymara, ha liderado la restauración del Lago Uru Uru, gravemente contaminado por residuos mineros y plásticos. Junto con su grupo Uru Uru Team, decidió actuar ante la ineficacia de las medidas gubernamentales. Desde 2020, han implementado una estrategia basada en conocimientos ancestrales, utilizando la totora, una planta nativa, como un filtro natural para limpiar el agua. Su esfuerzo ha dado frutos: han plantado más de 3,000 totoras, logrando mejorar la calidad del agua y permitiendo el regreso de los flamencos, un indicador clave de la recuperación del ecosistema. Para evitar que el ganado dañe las plantas, han instalado mallas protectoras, y han desarrollado un huerto comunitario cuya producción venden para financiar sus proyectos ambientales. Blanco destaca que su trabajo no solo es activismo, sino también ciencia, y representa un regreso a sus raíces indígenas para recuperar la soberanía alimentaria y fomentar la educación ambiental en su comunidad. 

Estos casos reflejan la importancia de la acción local en la defensa del medio ambiente y cómo las comunidades, con recursos limitados pero con gran determinación, pueden generar cambios significativos. Tanto en Ecuador como en Bolivia, los esfuerzos de estos jóvenes han sido reconocidos internacionalmente y han inspirado a otros a sumarse a la lucha ambiental. La combinación de conocimientos tradicionales con nuevas estrategias de conservación muestra el potencial de la juventud para enfrentar la crisis climática y proteger los ecosistemas de América Latina. 

La lucha de Dannya y Dayana es un llamado a la acción para gobiernos, empresas y ciudadanos. Sus historias demuestran que el cambio no siempre viene desde arriba, sino que puede comenzar desde la determinación de una sola persona. Con el avance de la crisis ambiental, el mundo necesita más iniciativas como estas, donde el compromiso y la creatividad sean las herramientas para la transformación. 

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