Redacción: Guicel Garrido
La agricultura espacial, clave para la colonización de Marte, enfrenta un desafío nutricional crítico: lechugas y otros cultivos desarrollados en microgravedad muestran una pérdida de hasta el 31% de minerales esenciales como el calcio y el magnesio.

Un golpe desalentador a los planes de autosuficiencia alimentaria en el espacio ha surgido de recientes estudios, poniendo en alerta a las agencias espaciales. La lechuga, considerada un pilar de la futura agricultura espacial, muestra una pérdida crítica de nutrientes al ser cultivada en microgravedad, según datos abiertos de la NASA y análisis publicados en Nature.
Científicos han revelado que las cosechas de lechuga en la Estación Espacial Internacional (EEI) y la estación china Tiangong II presentan una reducción de hasta el 31% en calcio y cerca de un 25% en magnesio frente a sus contrapartes terrestres. “Una ensalada espacial puede verse perfecta en las fotos, pero no fortalece los huesos”, advierten los investigadores.
Este déficit es sumamente grave, considerando que los astronautas ya sufren una acelerada pérdida de masa ósea en el entorno de microgravedad. Una dieta deficiente agravaría el deterioro óseo y podría causar anemia y fatiga por irregularidad en los niveles de hierro, un escenario insostenible para una misión prolongada a Marte.
El desafío es doble. Por un lado, la microgravedad altera la capacidad de las plantas para absorber agua y minerales, reduciendo la producción de antioxidantes esenciales como los carotenoides. Por otro, los astronautas, como ha demostrado el Twins Study de la NASA, también experimentan alteraciones digestivas y genéticas que limitan su propia absorción de nutrientes, con algunos desarrollando el síndrome de intestino permeable. El resultado es un circuito peligroso: alimentos menos nutritivos para cuerpos menos aptos para aprovecharlos.
Ante este panorama, la prioridad científica se centra en la biofortificación y la selección de especies más resistentes. Se están probando cultivos naturalmente más ricos en flavonoides, como la soja, el ajo y la lechuga roja, y explorando técnicas como la fermentación microbiana para mejorar la salud intestinal de los tripulantes. Además, se están adaptando tecnologías de agricultura vertical, iluminación LED optimizada y sistemas hidropónicos para enfrentar la radiación cósmica y las temperaturas extremas. La Agencia Espacial Italiana, por ejemplo, está desarrollando un arroz superenano para suelos lunares.
El éxito de la agricultura espacial va más allá de un simple plato de comida: es una infraestructura vital que recicla recursos, produce oxígeno y reduce la dependencia terrestre en viajes de más de tres años. La nutrición, hoy, se confirma como el verdadero cuello de botella de la exploración interplanetaria.
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