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La alerta de los primates: fiebre amarilla se propaga en Sudamérica

primates

Redacción: MaJo Gutiérrez 

La muerte de más de mil primates en Sudamérica a causa de la fiebre amarilla ha encendido las alarmas en las autoridades sanitarias y ambientales de la región. Contrario a la creencia popular, los monos no transmiten el virus a los humanos; de hecho, actúan como “ángeles guardianes” o “alertas rojas”, señalando la circulación del virus en el ambiente antes de que afecte a las poblaciones humanas. Esta situación subraya la importancia de la vigilancia de las epizootias (brotes en animales) como un mecanismo crucial para la detección temprana y la prevención de contagios en humanos. 

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en lo que va de 2025 se han reportado 235 casos confirmados de fiebre amarilla en humanos, con 96 muertos en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú. Brasil es el país más afectado, con 1032 muertes de monos registradas y 80 casos confirmados por laboratorio. Es preocupante que, en 2025, los casos humanos se hayan detectado principalmente en regiones fuera de la Amazonía, como São Paulo en Brasil y Tolima en Colombia, lo que indica una expansión geográfica del virus. 

Las especies de primates más afectadas son los monos aulladores, arañas, capuchinos, ardillas y titíes, siendo los monos aulladores rojos particularmente vulnerables. La muerte masiva de estos primates es un ciclo natural de la enfermedad, pero la preocupación se agrava cuando las personas, por desconocimiento, cazan a los monos creyendo erróneamente que son los transmisores de la fiebre amarilla. Esta represalia humana agrava la ya vulnerable situación de estas poblaciones de primates, muchas de las cuales ya están amenazadas por la pérdida de hábitat, la caza y el tráfico ilegal. 

Ante este panorama, los especialistas urgen a los países afectados a establecer sistemas de monitoreo adecuados y con los recursos necesarios. Esto incluye identificar instituciones competentes, garantizar un sistema de información eficiente para trazar rutas de acción, implementar campañas de educación ambiental y capacitar a monitores comunitarios. La colaboración entre científicos, autoridades y comunidades es fundamental para identificar zonas de alto riesgo, optimizar las acciones de vacunación y proteger tanto a las poblaciones humanas como a los primates, que son esenciales para el equilibrio de los ecosistemas y actúan como nuestros centinelas naturales. 

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