Redacción: MaJo Gutiérrez
La contaminación del agua, causada por vertidos industriales, plásticos y fármacos, es definida por la ONU como un cambio que la vuelve inservible. Cada día, 2 millones de toneladas de aguas residuales sin tratar llegan al mundo, provocando enfermedades como el cólera y poniendo en riesgo el acceso de la mitad de la población mundial al agua potable para 2025.

La contaminación del agua se ha convertido en una amenaza global que degrada la calidad de ríos, lagos, océanos y acuíferos, volviéndola tóxica y limitando el acceso al recurso vital. Este fenómeno, definido por la ONU como un cambio en la composición del agua hasta volverla inservible, tiene su origen principal en la actividad humana, siendo el vertido de contaminantes el factor dominante. Alarmantemente, la Organización de Naciones Unidas (ONU) estima que más del 80% de las aguas residuales generadas globalmente llegan a mares y océanos sin ningún tipo de depuración, mientras que cada día 2 millones de toneladas de aguas residuales desembocan en los cuerpos de agua del mundo.
Las causas de esta crisis son variadas e interconectadas. El vertido de aguas residuales domésticas e industriales sin tratamiento, cargadas de químicos y fármacos, es una fuente principal. A esto se suma la agricultura, que introduce nitratos, fosfatos y pesticidas en las fuentes hídricas. Sin embargo, uno de los desafíos más urgentes es la contaminación por plásticos y microplásticos: cada año, 8 millones de toneladas de plástico terminan en el mar, alterando los ecosistemas marinos. Además, el calentamiento global y la deforestación agravan el problema, al alterar el equilibrio de los océanos y aumentar la sedimentación.
Las consecuencias de este deterioro son devastadoras y de alcance global. En términos de salud humana, el agua contaminada es responsable de enfermedades como cólera, hepatitis y salmonelosis, exacerbando la pobreza entre las poblaciones más vulnerables. Ecológicamente, la contaminación provoca la destrucción de la biodiversidad, la muerte de fauna acuática (los animales de agua dulce se extinguen cinco veces más rápido que los terrestres) y la contaminación de la cadena alimentaria. Incluso, las reservas de agua subterráneas, que abastecen al 80% de la población mundial, han visto contaminado el 4% de su volumen.
Expertos y organismos internacionales coinciden en que evitar la contaminación del agua requiere un cambio radical en los hábitos y la implementación de soluciones tecnológicas. Entre las medidas más urgentes se encuentra la depuración eficiente de aguas residuales, la reducción drástica de plásticos de un solo uso, la eliminación de pesticidas y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles. De no frenar la emisión de contaminantes, la ONU estima que la mitad de los habitantes del planeta vivirá con escasez de agua para 2025, transformando este recurso vital de un aliado contra el cambio climático en un enemigo ambiental.

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