Marlone Serrano
Un estudio revela que la contaminación del aire puede reducir e incluso anular los beneficios del ejercicio físico, especialmente la protección cardiovascular. Conoce cómo afectan las partículas finas a tu salud y qué recomendaciones de expertos ayudan a ejercitarte de forma segura en ciudades con mala calidad del aire.
Un nuevo estudio científico encendió las alertas sobre un fenómeno que afecta a millones de personas en las grandes ciudades: la mala calidad del aire puede anular gran parte de los beneficios del ejercicio físico, especialmente aquellos relacionados con la salud cardiovascular y la longevidad.
La investigación, publicada en BMC Medicine, concluye que la exposición constante a partículas finas presentes en el esmog disminuye de manera significativa la protección que brinda la actividad física. Aunque caminar, correr o andar en bicicleta sigue siendo positivo, hacerlo en ambientes altamente contaminados podría reducir —e incluso casi eliminar— su impacto saludable.
El aire sucio, un riesgo oculto para quienes hacen ejercicio
Debido a que durante la actividad física aumenta la respiración profunda, el cuerpo absorbe mayores cantidades de contaminantes que pueden llegar directamente a los pulmones y al torrente sanguíneo. Esto provoca inflamación, rigidez arterial y estrés celular, efectos que contrarrestan los beneficios de moverse al aire libre.
Los datos del estudio son contundentes:
- Cuando el aire supera los 25 µg/m³ de partículas finas, la protección de supervivencia del ejercicio cae de 30 % a solo 12 %.
- En niveles de 35 a 50 µg/m³, la defensa contra muertes por cáncer prácticamente desaparece.
- Adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias son los más vulnerables.
La interacción entre contaminación y ejercicio genera una “relación antagónica”, donde el ambiente reduce la efectividad de la actividad física, especialmente en zonas urbanas densas.
Efectos inmediatos en la salud
Expertos de la UNAM y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) coinciden en que la exposición a aire contaminado provoca síntomas que afectan el bienestar general y pueden desincentivar la práctica deportiva. Entre las consecuencias más comunes destacan:
- Disminución temporal de la capacidad pulmonar.
- Irritación en ojos, nariz y garganta.
- Aumento del riesgo cardiovascular.
- Crisis respiratorias en personas con asma o alergias.
El impacto, advierten, puede sentirse incluso después de entrenamientos breves.
Cómo ejercitarse de forma segura en ciudades con mala calidad del aire
Lejos de desalentar la actividad física, los especialistas recomiendan adaptar las rutinas a las condiciones ambientales. La clave es planificar y mantenerse informado sobre los niveles de contaminación.
Entre las recomendaciones destacan:
- Entrenar entre 6 y 7 AM o después de las 7 PM, cuando la concentración de contaminantes es menor.
- Revisar diariamente el Índice de Calidad del Aire y ajustar la intensidad del ejercicio.
- Preferir parques o rutas alejadas del tráfico vehicular.
- Mantener una hidratación adecuada y reducir la duración si el aire está en niveles moderados o altos.
Además, sugieren usar ropa reflectante si se hace ejercicio temprano o por la noche, y limitar exposiciones prolongadas en días con alerta ambiental.
Un llamado a equilibrar salud y entorno
Aunque el estudio confirma que moverse siempre es mejor que no hacerlo, también evidencia la importancia de considerar el contexto ambiental. En ciudades con altos niveles de contaminación, un hábito sano puede volverse contraproducente sin las precauciones adecuadas.
Los expertos recomiendan ver la calidad del aire como un elemento más del autocuidado. Al final, mantener una rutina activa sigue siendo fundamental, pero hacerlo en un ambiente limpio es clave para que cada paso contribuya realmente a una mejor salud.
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