La columna del día José Manuel Rueda Smithers

La cultura de la burla que los sumisos no ven 

CULTURA IMPAR José Manuel Rueda Smithers

Nada resulta más sorprendente para el que examina los asuntos humanos con mirada filosófica que la facilidad con que la mayoría es gobernada por la minoría. 

Tratado de la naturaleza humana, de David Hume, filósofo inglés. 

Apenas queda atrás una semana muy violenta, muy accidentada y llena de realidades, pero también de espejismos como señales que muestran los caminos por los que no puede ir una nación que se respete a sí misma. 

Hubo detalles que no son posibles de dejar ir. Cuando un político falta al respeto a la gente, es muestra clara de que su nivel de entendimiento está rebasado y el control de la gobernanza se le va de las manos. 

Baste un solo concepto para dejar muy clara la idea que los gobernantes –no importa su línea partidista- tienen sobre el pensar de los demás. Es una simple cuestión de respeto. Palabra importante que poco a poco se desvanece en nuestra sociedad actual.  

El respeto significa atención, consideración y valoración. Es el sostén fundamental de las relaciones humanas, ya sean personales, laborales, académicas, políticas o sociales. 

Dicen los científicos que sin el respeto viviríamos sumidos en un perpetuo conflicto: reinaría la violencia, la humillación, el abuso, la fuerza bruta, la arbitrariedad. Sería imposible tener una relación armoniosa con nadie; las parejas se separarían, padres e hijos se alejarían, profesores y alumnos pasarían el tiempo discutiendo y acusándose.  

¿Parecido a nuestra realidad? 

Pues bien, el sr. López -ese que habita en Palacio Nacional- día a día falta al respeto de quienes lo siguen, y, además, se ríe, considera una gracia que sus dichos son ley. Solo bastará un ejemplo: 

En su mañanera del jueves pasado, le preguntaron su opinión acerca del secuestro que algún grupo delincuencial hizo sobre personal de seguridad pública de Chiapas. Habló y habló dando vueltas al asunto, en un vano intento por minimizar los hechos. Pero cometió un error muy grave al terminar su verborrea.  

Volteó hacia los medios y sentenció: “y una cosa más, que sepan esos secuestradores que los vamos a acusar con sus papás y con sus abuelos” … Y soltó una carcajada. 

¿De qué se ríe este personaje mañanero? 

Ninguno de los secuestrados realiza labores de seguridad en ese estado. Entre ellos, hay personal administrativo, cocineros, personal de limpieza y mantenimiento, un veterinario, en fin, menos policías, y al parecer, eso los mantuvo con vida. Fueron liberados el pasado viernes 30 de junio. 

El respeto debe ser mutuo y nacer de un sentimiento de reciprocidad. Una de las premisas más importantes es que para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades. 

Aunque el sr. López habló mucho de hacer lo posible por lograr su liberación, reaccionó como siempre humilla el nivel de todo lo que sucede en el país, bajando las cosas hasta su propia altura. Valdría decir el rasante más bajo que un mandatario podría tener. 

Divide y no suma. Presume sus cinco años de gobierno donde no hay muchos resultados positivos, aunque diga lo contrario. Se atrevió a decir que un trabajador de la construcción, un albañil, llega a ganar hasta 60 mil pesos mensuales en México. 

¿En cuál México, sr. López? 

Esta vez, la Cultura Impar cierra con otra frase de David Hume: «Debo reconocer que un hombre que concluye que un argumento no tiene realidad, porque se le ha escapado a su investigación, es culpable de imperdonable arrogancia”, o de ceguera, diría algún viajero en las provincias de este sí, nuestro México real. 

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