Redacción: Inés Arroyo
Expertos en medio ambiente advierten que la gestión privada de bosques con fines de producción de madera puede aumentar significativamente el riesgo de megaincendios. Los bosques densos y homogéneos, característicos de plantaciones industriales, presentan árboles de tamaño y edad similares, lo que los convierte en una “masa combustible” uniforme.
Investigadores de la Universidad de Utah, la Universidad de California en Berkeley y el Servicio Forestal de Estados Unidos analizaron cinco incendios masivos ocurridos entre 2019 y 2021 en Sierra Nevada, California, que arrasaron más de 445 mil hectáreas. El estudio, publicado en Global Change Biology, concluye que la densidad de árboles es el factor más determinante en incendios de alta gravedad, incluso por encima de las altas temperaturas asociadas al cambio climático.
Jacob Levine, autor principal del estudio, explicó que los bosques privados con plantaciones homogéneas tienen 1,5 veces más probabilidades de sufrir incendios graves que los públicos. Esto se debe a que la disposición compacta de los árboles permite que el fuego se propague con rapidez, alcanzando el dosel de los árboles a través de los llamados “combustibles de escalera”. En contraste, los bosques públicos presentan mayor heterogeneidad, menor densidad de árboles y diferentes usos, como pastoreo o recreación, lo que disminuye la propagación del fuego.
El estudio también señala que políticas históricas de manejo forestal en Estados Unidos, como la supresión de incendios y la prohibición de quemas controladas indígenas, han acumulado biomasa en los bosques, aumentando el riesgo de incendios de alta intensidad. Asimismo, retrasos en la reducción de densidad en bosques públicos han limitado medidas preventivas.
Levine destaca la necesidad de equilibrar la producción maderera con la prevención de incendios. Aunque la silvicultura genera ingresos y productos sostenibles, la densidad excesiva de los bosques privados puede provocar daños graves al medio ambiente. La gestión basada en evidencia científica, ajustando la densidad y la estructura de los bosques, permitiría reducir riesgos y mantener la producción de madera de manera sostenible.