Las inundaciones urbanas son un problema estructural: la infraestructura de drenaje obsoleta no soporta las lluvias intensas, y la urbanización descontrolada reemplaza el suelo absorbente por concreto.
Redacción: MaJo Gutiérrez
Las inundaciones urbanas, un problema crónico y costoso que a menudo se subestima frente a los grandes desastres, son el resultado directo de fallas estructurales en el diseño y la gestión de las ciudades. La causa principal radica en una infraestructura de drenaje obsoleta o insuficiente, diseñada hace décadas para volúmenes de lluvia menores, que es incapaz de gestionar la intensidad actual de las precipitaciones. A esto se suma el fenómeno de la impermeabilización del suelo, donde el cemento y el asfalto reemplazan la vegetación, impidiendo la infiltración natural del agua y obligándola a escurrir rápidamente, saturando y desbordando los ya vulnerables sistemas de aguas pluviales.
Expertos del Centro para la Resiliencia ante Desastres de la Universidad de Maryland y la Universidad Texas A&M subrayan que estas inundaciones no son simplemente un fenómeno natural, sino el resultado de la escorrentía excesiva en zonas densamente desarrolladas. La problemática se agrava con la pérdida de áreas verdes y humedales, cruciales para la absorción natural, que son eliminados por la urbanización desordenada y la construcción en zonas propensas al riesgo. Factores específicos, como el hundimiento de la ciudad por la sobreexplotación de acuíferos (ejemplo en CDMX), deforman los colectores, creando pendientes invertidas que impiden el flujo del agua y hacen que los sistemas fallen de manera catastrófica.
Las consecuencias de estas inundaciones crónicas son severas y van más allá del daño material. Incluyen pérdidas económicas significativas por el cierre de negocios y la perturbación de las economías locales. En el ámbito de la salud, las inundaciones urbanas representan riesgos como la exposición a aguas contaminadas y un mayor riesgo de enfermedades transmitidas por el agua. La amenaza es creciente, ya que el cambio climático intensifica la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, sobrecargando los sistemas de drenaje ya deficientes.
Para mitigar estos riesgos, es crucial adoptar un enfoque integral que combine la inversión en infraestructura resiliente con ajustes en la planificación urbana. Esto implica mejorar los sistemas de drenaje y alcantarillado, invertir en mantenimiento preventivo (limpieza de alcantarillas) y aplicar estrategias de gestión del riesgo de inundaciones, como la zonificación de llanuras aluviales. Abordar la crisis de las inundaciones urbanas requiere una planificación proactiva y el uso de soluciones innovadoras, como la infraestructura verde, para aumentar la capacidad de las ciudades de absorber el aumento de la escorrentía y proteger a sus comunidades.
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