Redacción: Amairany Ramírez
La inteligencia artificial (IA) se posiciona como un factor crucial para el crecimiento económico global y una fuente emergente de productividad en el sector tecnológico. Sin embargo, su continua evolución y funcionamiento exigen un incremento significativo en el consumo de energía, generando tensiones a nivel mundial.
Los centros de datos, infraestructura esencial para procesar los modelos y operaciones de IA, son los principales impulsores de esta creciente demanda eléctrica. Según datos de la OPEP, en 2023, estos centros consumieron aproximadamente 500 teravatios-hora (TWh) de electricidad, una cifra que duplica el consumo registrado entre 2015 y 2019. Las proyecciones indican que si esta tendencia persiste, para 2030 el consumo podría triplicarse, alcanzando los 1,500 TWh. Esta cantidad de electricidad equivale actualmente al consumo total de países como Alemania o Francia, y en el futuro cercano podría igualar el consumo de India, el tercer país con mayor demanda eléctrica del mundo.
En México, la Asociación Mexicana de Centros de Datos (Mexdc) destaca que la demanda energética de estos centros es considerable. A pesar de esto, se proyecta una inversión de 9 mil 192 millones de dólares para la construcción de 73 nuevos centros de datos para 2029. Se estima que esta inversión representará una contribución del 5.2 por ciento al Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Estados Unidos, considerado la capital mundial de los centros de datos, lidera el consumo en este sector, con proyecciones que superan los 600 TWh para 2030, según McKinsey.
Ante este panorama, especialistas advierten sobre la necesidad de garantizar el suministro de electricidad de forma sostenible a través de políticas energéticas adecuadas, buscando evitar aumentos desmedidos en los precios. Si la oferta eléctrica no acompaña el ritmo de la demanda, los costos podrían incrementarse, afectando a empresas y consumidores.
Para permitir que la IA continúe su desarrollo sin sobrecargar los sistemas eléctricos ni aumentar descontroladamente las emisiones, se requieren más fuentes de energía, idealmente renovables. También se plantean soluciones como el uso de modelos de IA más eficientes, como DeepSeek, que demandan menos energía. Expertos independientes y el Instituto Grantham de Investigación sobre Cambio Climático y Medio Ambiente sugieren que el impacto económico y ambiental dependerá en gran medida de cómo se utilice la IA, especialmente si fomenta la eficiencia energética o patrones de consumo más sostenibles. Sin embargo, las fuerzas del mercado por sí solas probablemente no dirigirán la IA hacia la acción climática. Es crucial que gobiernos, empresas tecnológicas y energéticas colaboren activamente para garantizar que la IA se emplee de manera intencionada, equitativa y sostenible, lo que incluye inversión en investigación y desarrollo y políticas adecuadas.
En resumen, la IA representa un motor de crecimiento económico con un apetito energético considerable, principalmente a través de los centros de datos. Si bien los beneficios económicos se proyectan mayores que los costos directos de las emisiones adicionales, gestionar esta creciente demanda de forma sostenible y equitativa mediante inversión en energías limpias y políticas coordinadas es fundamental para el futuro.
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