El fenómeno de La Niña es conocido por causar enfriamiento en las aguas del Pacífico, impactando las temperaturas globales y los patrones climáticos. Sin embargo, en 2024, los científicos comenzaron a observar un comportamiento extraño en el Atlántico: una franja de agua fría que indicaba una posible La Niña en esta región. De haberse consolidado, hubiera sido un doble fenómeno de La Niña en el Pacífico y el Atlántico, algo extremadamente raro. Este tipo de fenómeno tiene la capacidad de alterar significativamente los patrones de huracanes y las precipitaciones en varias regiones del mundo.
A finales de agosto de 2024, la comunidad científica se mostró sorprendida cuando el enfriamiento en el Atlántico se desdibujó. Aunque parecía que las condiciones estaban dadas para la formación de La Niña en el Atlántico, las temperaturas comenzaron a subir repentinamente, eliminando la posibilidad de que este fenómeno ocurriera. Este evento dejó a los investigadores perplejos, ya que no esperaban un cambio tan abrupto en la temperatura del océano. Los patrones climáticos globales han sido altamente volátiles en los últimos años, y eventos como este subrayan la incertidumbre que provoca el cambio climático.
Impactos esperados si se hubiera formado
Si el fenómeno de La Niña hubiera alcanzado a formarse en el Atlántico, las implicaciones hubieran sido considerables. Por ejemplo, en el Sahel, África, las lluvias habrían disminuido, mientras que regiones como Brasil y partes de África Occidental, como Ghana y Nigeria, habrían experimentado un aumento en las precipitaciones. Este tipo de alteración en los patrones de lluvia habría tenido un impacto directo en las cosechas y la disponibilidad de recursos hídricos en estas zonas, algo que preocupa a los climatólogos debido a la relación de La Niña con sequías e inundaciones.
Aunque la posibilidad de una La Niña atlántica se disipó, el fenómeno sigue presente en el Pacífico. Se espera que continúe hasta bien entrado el 2024, provocando efectos significativos en todo el mundo. En México, por ejemplo, se anticipa una mayor actividad ciclónica en el Atlántico, junto con lluvias por debajo del promedio en el norte y centro del país. Además, las regiones del sur, como la Península de Yucatán y el Golfo de México, pueden experimentar lluvias superiores al promedio, lo que genera tanto desafíos como oportunidades para la agricultura y la gestión de recursos.
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