Guicel Garrido
El Golfo de California, un Patrimonio de la Humanidad, enfrenta una transformación industrial sin precedentes que pone en riesgo su vasta biodiversidad y acelera la crisis climática.

El Golfo de California, mundialmente conocido como el “Acuario del Mundo” por su inigualable riqueza biológica y su designación como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se encuentra bajo una grave amenaza. Una reciente y contundente alerta emitida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha encendido las alarmas internacionales sobre la expansión de múltiples terminales y gasoductos de gas fósil que se proyectan en los estados de Sonora y Sinaloa.
Según el análisis de Nueve Relatorías Especiales de la ONU, estos megaproyectos (incluyendo Saguaro Energía, Vista Pacífico, AMIGO LNG y otros) podrían convertir a México en un actor clave en la exportación global de gas fósil. Sin embargo, este impulso económico vendría acompañado de un costo ambiental “desproporcionado”, poniendo en jaque a uno de los ecosistemas marinos más vitales del planeta en un momento de crisis climática global.
El metano y el ruido: una doble amenaza
Los riesgos ambientales señalados por los expertos no son menores, ya que combinan el impacto directo sobre la vida marina con la exacerbación del cambio climático:
- Aceleración Climática por Metano: Las operaciones de licuefacción y transporte de gas implican la liberación de metano, un potente gas de efecto invernadero que es hasta 80 veces más potente que el CO₂ en su capacidad de calentar el planeta.
- Contaminación Acústica Submarina: El tráfico constante de buques metaneros y las operaciones industriales generarán un ruido submarino intenso, capaz de alterar y fragmentar el hábitat natural de especies sensibles como ballenas grises y delfines, cuya comunicación y orientación dependen del sonido. Este ruido también amenaza con modificar sus rutas migratorias.
- Riesgo Hídrico y Térmico: Las terminales requieren volúmenes masivos de agua dulce para sus procesos. Posteriormente, esta agua es devuelta al mar con cambios de temperatura y trazas químicas, afectando directamente a corales, peces juveniles y microorganismos, alterando sus ciclos reproductivos y su capacidad de adaptación a un océano ya estresado por el calentamiento global.
La vaquita marina y la presión social
La preocupación se centra en la fragilidad de especies únicas. El Golfo es el único hogar de la vaquita marina, la marsopa más amenazada del mundo. Los vertidos contaminados y la destrucción de hábitats costeros cruciales, como manglares y pastos marinos (que funcionan como “guarderías naturales” para la vida marina), representan un riesgo inminente para su supervivencia.
El riesgo no es sólo ecológico, sino también social. La pesca artesanal en el Golfo sostiene a miles de familias. Cualquier alteración a las poblaciones de peces y mariscos debido a la contaminación o la variación térmica afecta directamente el sustento, la seguridad alimentaria y el tejido social de las comunidades costeras.
Incumplimiento de compromisos y llamado urgente
La ONU subraya que la atención internacional se activó a raíz de las solicitudes de apoyo de comunidades indígenas, pescadores y organizaciones ambientales mexicanas. Los expertos concluyen que, si México permite que estos proyectos avancen sin completar evaluaciones ambientales exhaustivas y sin garantizar el derecho a la información de las comunidades afectadas, estaría incumpliendo sus compromisos internacionales en materia climática y de protección de la biodiversidad.

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