Nigeria, una de las mayores potencias petroleras del mundo, enfrenta una crisis eléctrica que deja a millones sin acceso estable a la energía.
Redacción: Carolina Herrera

A pesar de tener el potencial a una transición real al alcance de sus manos, Nigeria se muestra extremadamente vulnerable ante los efectos del cambio climático. Su baja potencia eléctrica orilla a millones de negocios y hogares a recurrir a generadores de energías caros o de poca garantía y seguridad.
Generando tan solo 4000 y 5000 megavatios de energía para abastecer las necesidades básicas de sus más de 200 millones de ciudadanos, Nigeria tiene una de las tasas de consumo de electricidad per cápita más baja del mundo. Esto es causado por la ineficiencia en la gestión de sus recursos energéticos.
Al conservar más de 37,000 millones de barriles de reservas probadas de petróleo y siendo el sexto lugar entre los mayores exportadores de gas natural licuado del mundo en 2021, se esperaría una evolución continua a energías más limpias y mejores condiciones para su población. Sin embargo, millones de ellos sufren de apagones diarios, teniendo que recurrir a generadores de diesel, de gasolina o en la implementación de paneles solares.
Esta crisis va más allá de la cotidianidad, pues los apagones han provocado muertes hasta dentro de hospitales. En 2024, el Hospital Universitario de Ibadán se mantuvo sin electricidad por más de 100 días debido a una deuda de 400 millones de nairas, es decir unos 260,000 dólares.
Persistiendo en el país desde la década de 1950, la combustión de gas natural durante la producción de petróleo, ha generado, según registros de Nigerian Gas Flare Tracker una tecnología creada por NOSDRA; 301 millones de pies cúbicos estándar (Mscd) de gas por día quemado en Nigeria en 2024. Equivalentes a una producción de 30,100 gigavatios horas de energía que podría abastecer hasta 684 millones de personas, es decir, hasta un 50% de todo el continente africano.
Sin embargo, por tal desperdicio y deficiencia en las infraestructuras, la capacidad instalada total apenas alcanza los 13, 625 megavatios, siendo solo un tercio de lo necesario, considerando que el consumo diario medio es de 4500 megavatios.
A pesar de ello, Nigeria sí suministra electricidad a los países vecinos; Benín, Togo y Níger, como parte de acuerdos bilaterales vigentes desde hace décadas. Con el trato que estos países no construyeran presas en las aguas del río Níger, un cuerpo de agua que alimenta las principales centrales hidroeléctricas de Nigeria (Kainji, Shiroro y Jebba).
En mayo de 2024, estas exportaciones de electricidad fueron limitadas a solo el 6% de suministro de red con el fin de darle prioridad a la localidad, esto establecido por la Comisión Reguladora de la Electricidad de Nigeria (NERC).
Su dependencia a los combustibles fósiles
A pesar de gozar de un contexto ambiental beneficioso, con mucho sol, un clima favorable, y que diversos estudios han demostrado su potencial en la energía solar para generar más electricidad de la que se necesita. Nigeria ha tenido un arraigamiento como recurso central en el desarrollo nacional, al petróleo desde 1956.
En un fallido intento de tener un mejor equilibrio y dar un paso a una transición energética, en 2023 se promulgó la ley de electricidad; permite a estados, empresas y particulares generar y gestionar su energía independiente. Sin embargo, según críticos este sistema reafirmó una desigualdad y transformó el derecho de la electricidad a un privilegio solo alcanzable para las personas que monetariamente podían conseguirlo.
Esto debido a que la ley consiste de una tarifa por servicio introducida en 2020, clasificando a los clientes en grupos de la A a la E. Estableciendo que los grupos A (los de tarifas más altas) se les ofrecía 20 horas de energía mientras tanto los grupos E solo contaban con cuatro horas al día.
El Fondo Monetario Internacional estima que Nigeria pierde 29,000 millones de dólares al año por tener un suministro eléctrico confiable, lo que supone alrededor del 5,8% de su PIB. Los hogares y las empresas gastan 14,000 millones de dólares al año en generadores y combustible, y los fabricantes pierden hasta 10.1 billones de nairas al año, según el Banco Africano de Desarrollo.

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