Cambio climático

El Ártico da una tregua… ¿pero ¿cuánto durará? 

Redacción: Ximena Zarahi Moreno Luna 

La desaceleración en la pérdida de hielo en el Ártico

hielo

En un giro inesperado, la pérdida de hielo en el Ártico ha mostrado una desaceleración significativa en los últimos 20 años. Según un estudio de la Universidad de Exeter, desde 2005 no ha habido una disminución estadísticamente significativa en la extensión del hielo marino en septiembre, el mínimo anual. Este fenómeno ha sorprendido a la comunidad científica, ya que ocurre a pesar del continuo aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. 

Los investigadores atribuyen esta desaceleración a variaciones naturales en los sistemas climáticos, como cambios en las corrientes oceánicas del Atlántico y el Pacífico, que han reducido temporalmente la cantidad de agua cálida que fluye hacia el Ártico. Sin embargo, este alivio es solo temporal. Los modelos climáticos sugieren que la desaceleración podría continuar durante los próximos 5 a 10 años, pero que, una vez termine, la pérdida de hielo podría acelerarse rápidamente. 

A pesar de esta pausa, el Ártico sigue siendo una de las regiones que más rápido se calienta en el planeta, con temperaturas que aumentan entre cinco y ocho veces más rápido que el promedio global. Este calentamiento acelera el derretimiento del hielo marino, exponiendo más superficie oceánica que absorbe calor y contribuye al calentamiento global. 

La desaceleración en la pérdida de hielo no debe interpretarse como una señal de recuperación. Es una pausa temporal en una tendencia preocupante. Es crucial que la comunidad internacional redoble sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático, antes de que el Ártico pierda su hielo de forma irreversible. 

Uno de los puntos más relevantes que destacan los científicos es que la pérdida de hielo en el Ártico no solo tiene consecuencias locales, sino también globales. La reducción de la capa de hielo marino afecta los patrones climáticos en todo el planeta, alterando corrientes de aire y fenómenos meteorológicos extremos. Esto significa que regiones alejadas del Ártico, como América del Norte, Europa o Asia, pueden experimentar inviernos más severos, olas de calor prolongadas o sequías intensas como resultado directo de las transformaciones en esta región polar. Así, el aparente freno en la disminución del hielo no debe malinterpretarse como una solución, sino como una advertencia de la fragilidad del sistema climático.

Además, los expertos señalan que la continuidad de las emisiones de gases de efecto invernadero hará inevitable que la pérdida de hielo en el Ártico se acelere en las próximas décadas. Este proceso incrementará el nivel del mar y amenazará a millones de personas que viven en zonas costeras alrededor del mundo. Los ecosistemas marinos también sufrirán grandes alteraciones, ya que especies como los osos polares, focas y aves árticas dependen del hielo marino para cazar, reproducirse o resguardarse. La desaparición progresiva de este hábitat podría llevar a desequilibrios irreversibles en la biodiversidad, mostrando que lo que ocurre en el Ártico repercute en toda la vida del planeta.

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