Redactor: Sam Torne
Un informe reciente de REN21 destaca un obstáculo clave en la transición hacia las energías renovables: las limitaciones de las redes eléctricas; a pesar de que la inversión en energías limpias, como la eólica y la solar, ha aumentado a nivel global, la infraestructura eléctrica en muchos países no está preparada para manejar esta expansión. La capacidad de las redes de transmisión y distribución se está quedando rezagada, lo que ralentiza la adopción masiva de fuentes renovables.
En regiones como Europa y América del Norte, se han experimentado cuellos de botella significativos debido a redes eléctricas obsoletas o mal preparadas para el flujo intermitente de energías renovables. Las energías limpias, como la solar y la eólica, requieren una infraestructura flexible y adaptable, capaz de integrar la generación intermitente, algo que muchas redes actuales no pueden gestionar de manera eficiente.
La importancia de una red moderna y flexible
Para que las energías renovables puedan desplegarse a gran escala, las redes eléctricas necesitan ser más inteligentes y estar mejor equipadas, esto incluye la integración de tecnología de almacenamiento de energía, como baterías, que puedan almacenar el exceso de electricidad producido durante picos de generación renovable. Además, es crucial implementar sistemas de gestión de la demanda que optimicen el uso de electricidad y adapten el consumo a la disponibilidad de energías renovables.
Al mismo tiempo, la modernización de la red también implica la necesidad de actualizar la infraestructura de transmisión y distribución, construyendo nuevas líneas capaces de transportar electricidad de fuentes renovables ubicadas lejos de los centros urbanos y productivos. Sin estas inversiones, los proyectos de energía renovable se estancarán y la transición hacia una energía más limpia y sostenible será mucho más lenta.
Obstáculos regulatorios y económicos
Las barreras no solo son técnicas; a nivel global, los problemas regulatorios también están frenando la expansión de las energías renovables. En muchos países, los procesos para obtener permisos de construcción de nuevas redes o líneas de transmisión son largos y complicados, lo que desincentiva la inversión en infraestructura. Además, la falta de incentivos financieros o la existencia de modelos de negocio anclados en las energías fósiles contribuyen a ralentizar el cambio.
El informe de REN21 subraya la necesidad urgente de abordar estos desafíos si los gobiernos quieren cumplir con los objetivos climáticos y acelerar la transición hacia un futuro energético más sostenible.
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