Un nuevo paso en la lucha contra el cambio climático se ha dado en el mundo de la viticultura con la llegada de los primeros vinos que contribuyen a frenar el calentamiento global. Siete bodegas de cuatro países han sido certificadas por la Regenerative Viticulture Alliance (RVA), un estándar que reconoce a los viñedos y bodegas que aplican prácticas regenerativas. Estas prácticas permiten que los viñedos actúen como sumideros de carbono, capturando CO2 atmosférico y, por lo tanto, mitigando los efectos del calentamiento global.
Entre las bodegas certificadas se encuentran reconocidos nombres como Familia Torres y Jean Leon de la DO Penedès en España, Clos Mogador en Priorat, así como Domaine Mirabeau y Domaine Lafage en Francia, y Miguel Torres en Chile. Todos estos productores están comprometidos con la viticultura regenerativa, que va más allá de la agricultura ecológica tradicional, buscando restaurar la salud del suelo y mejorar la biodiversidad.
La certificación RVA y sus exigencias
El sello RVA, validado por Ecocert, líder en certificación orgánica y sostenible, establece dos niveles de certificación: ‘RVA Certified’ y ‘RVA Transition’. El primero se otorga a viñedos que han implementado completamente las prácticas regenerativas, que incluyen el uso de cubiertas vegetales, no labrado, enmiendas orgánicas, pastoreo racional, conservación de la biodiversidad y bienestar animal. El segundo nivel, ‘RVA Transition’, se concede a aquellos que están en proceso de transición hacia este modelo, pero que aún no cumplen con todos los requisitos.
Entre los primeros vinos que ya han recibido la certificación se encuentran el Clos Ancestral Blanco 2023 de Familia Torres, el Jean Leon Vinya Gigi Chardonnay 2023, y el La Réserve Rosé 2023 de Domaine Mirabeau. Estos vinos no solo destacan por su calidad, sino también por su compromiso con la sostenibilidad y la regeneración del medio ambiente.
Más allá de lo ecológico: el futuro de la viticultura
La viticultura regenerativa representa una evolución en las prácticas agrícolas, buscando no solo evitar el daño al medio ambiente, sino también restaurarlo activamente. Este enfoque se alinea con los crecientes esfuerzos globales para combatir el cambio climático y avanzar hacia una economía más sostenible.
El éxito de estos primeros vinos regenerativos podría inspirar a más bodegas a adoptar estas prácticas, ampliando el impacto positivo en la lucha contra el cambio climático y promoviendo un futuro más verde para la industria del vino.
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