Cambio climático

Sequías extremas amenazan los pastizales del planeta: el cambio climático acelera su deterioro. 

Categoría: Cambio Climático 

Un estudio internacional revela que la pérdida de productividad vegetal se duplica en escenarios de sequía prolongada. La investigación, liderada por la Universidad Estatal de Colorado con participación del CSIC y el CREAF, alerta sobre impactos graves en la agricultura, ganadería y almacenamiento global de carbono. 

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Las sequías extremas no solo agrietan la tierra, también fracturan el equilibrio de los ecosistemas. Un estudio global encabezado por la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.), con la participación de más de 120 instituciones, entre ellas el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), advierte que los pastizales y matorrales están perdiendo su capacidad de almacenar carbono, amenazando así la estabilidad climática del planeta. 

El trabajo, publicado en la revista Science, revela que tras cuatro años de sequía extrema la productividad vegetal de estos ecosistemas se reduce al doble comparado con escenarios de sequías moderadas. El impacto no es menor: los pastizales y matorrales cubren casi la mitad del planeta y concentran más del 30 % de las reservas globales de carbono. 

La pérdida de productividad tiene un efecto dominó. La ganadería se queda sin alimento natural, la agricultura se ve más vulnerable a la erosión del suelo y se altera la biodiversidad que depende de estos espacios, desde los polinizadores hasta los microorganismos que enriquecen la tierra. “Históricamente estas sequías ocurrían una vez cada cien años, pero con el cambio climático podrían repetirse con más frecuencia y durar más tiempo”, advirtió Josep Peñuelas, investigador del CSIC y coautor del estudio. 

El equipo científico analizó datos experimentales de 74 ecosistemas distribuidos en seis continentes, donde construyeron estructuras capaces de manipular la cantidad de lluvia para observar cómo reacciona la vegetación. Los resultados fueron contundentes: las zonas áridas y semiáridas, como el Mediterráneo, África austral o el suroeste de EE.UU., son las más afectadas, registrando pérdidas severas de vegetación y reducción de la fertilidad del suelo. 

En cambio, los ecosistemas más húmedos, como los del norte de Europa o el centro-norte de Estados Unidos, logran resistir mejor las sequías moderadas, aunque también pierden su capacidad de recuperación cuando los periodos secos se repiten. En esos casos, la caída de productividad puede alcanzar hasta un 160 % más que en condiciones normales. 

Este trabajo se enmarca en el International Drought Experiment (IDE), la red global más grande dedicada al estudio de los efectos de la sequía. Instituciones españolas como el CREAF, el Instituto de Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos y el Instituto Pirenaico de Ecología aportaron décadas de datos experimentales. La conclusión es clara: si las sequías extremas se vuelven la norma, los ecosistemas que hoy sustentan la vida podrían no recuperarse jamás. 

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