Redacción: Carolina Herrera
Activistas indígenas irrumpieron en la sede de la COP30 en Belém, Brasil, para exigir protagonismo en las negociaciones climáticas. Su acción denuncia que la crisis ecológica es también una crisis de salud para las comunidades amazónicas.
Siendo una llamada ancestral, decenas de activistas indígenas irrumpieron este martes en la sede de la COP30, en Belém, Brasil. Con el objetivo de recordar al mundo que la crisis climática no es un tema abstracto, sino una amenaza directa a la salud y la vida de las comunidades amazónicas.
En la mañana del 11 de noviembre, un grupo conformado principalmente por jóvenes e integrantes de pueblos originarios trató de ingresar a la llamada “zona azul”, el espacio dode se reúnen los delegados y autoridades internacionales. Entre su encuentro con los guardias de seguridad, los cuales le bloquearon el paso, se podía escuchar el eco de sus voces diciendo “¡Nuestra tierra no está en venta!” y “¡La crisis climática es una crisis de salud!”.
Helen Cristine, del movimiento juvenil Juntos, la cual esta vinculada al partido PSOL, explicó que la protesta buscaba visibilizar una deuda pendiente en estas cumbres: “los pueblos originarios deberían tener protagonismo en este evento”. En su intervención, el representante de la comunidad Tupinambá, Reuters Gilmar declaró: “Queremos que nuestras tierras estén libres de la agroindustria, la exploración petrolera, la minería ilegal y la tala indiscriminada”.
La COP30, celebrada por primera vez en la región amazónica, ha ido presentada por las autoridades brasileñas como una oportunidad para que la selva sea el centro de las discusiones. Sin embargo, las organizaciones locales denuncian que la participación indígena sigue siendo más simbólica que efectiva.
No obstante, mientras en los foros se habla de desarrollo sostenible, fuera de ellos persisten los incendios, la contaminación y la pérdida de territorios que amenazan al equilibrio ambiental y la salud de miles de familias.
Durante la movilización, los activistas también subrayan que las afectaciones del cambio climático ya se sienten como una crisis sanitaria: las sequías prolongadas, el aumento de enfermedades transmitidas por mosquitos y la escasez de agua segura, son consecuencias que viven a diario las comunidades amazónicas.
La irrupción en la COP30 no solo rompió el protocolo, también puso sobre la mesa una pregunta urgente: ¿de qué sirve hablar de sostenibilidad si las voces que la encarnan son silenciadas?.
De esta forma, se ha puesto en evidencia la necesidad de integrar de manera real a los pueblos originarios en las decisiones sobre su territorio y la salud ambiental global.


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