México está en la senda para convertirse en un actor clave en la producción y exportación de hidrógeno verde, un combustible limpio que se ha erigido como una pieza fundamental en la lucha contra el cambio climático. Con un potencial sin precedentes, el país latinoamericano se prepara para dar un gran salto en la generación de esta energía sustentable.
Según la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), México tiene el potencial de posicionarse como el segundo exportador más competitivo de hidrógeno verde hacia destinos asiáticos y el tercero hacia mercados europeos. Este auge del hidrógeno verde se debe a su capacidad para eliminar la dependencia de los combustibles fósiles en diversos sectores.
La empresa Linde, líder en la producción de hidrógeno, define este recurso como un combustible limpio obtenido a partir de fuentes de energía renovable mediante un proceso llamado electrólisis. Cuando la energía utilizada proviene de fuentes renovables como turbinas eólicas, paneles solares o instalaciones hidroeléctricas, la producción de electricidad no emite dióxido de carbono. La electrólisis descompone la molécula del agua en oxígeno e hidrógeno mediante una corriente eléctrica, y cuando el hidrógeno se convierte en energía en una pila de combustible, el único residuo del proceso es agua.
Las aplicaciones del hidrógeno verde se dividen en varios sectores:
1. Aplicaciones Convencionales: Estas se refieren a procesos industriales, como la refinación de petróleo, la producción de amoníaco, metanol, arenas bituminosas y metales. Además, se considera su uso para reducir la huella de carbono en la fabricación de cerámica y producción de cemento.
2. Transporte: El hidrógeno verde se utiliza como combustible para automóviles, autobuses y camiones. Los vehículos propulsados por celdas de combustible alimentadas con hidrógeno están en crecimiento, mientras que las aplicaciones en transporte marítimo y aéreo están en desarrollo inicial.
3. Aplicaciones Estacionarias: Estas se destinan a la generación de electricidad y calor en locaciones fijas, desde grandes consumidores hasta pequeños comercios o sistemas de telecomunicaciones.
4. Aplicaciones Móviles: Las celdas de combustible pueden cargar equipos eléctricos y baterías en lugares donde no se dispone de acceso a la red eléctrica.
Aunque México aún no produce hidrógeno verde a gran escala, se espera que a finales de este año se obtengan las primeras moléculas a partir de proyectos de pequeña escala. Para el 2025, se prevé la implementación de proyectos a gran escala. La GIZ estima que con la abundante energía renovable (solar y eólica) del país, se podría instalar hasta 22 teravatios de electrólisis, lo que equivaldría a producir alrededor de 1,400 millones de toneladas de hidrógeno verde.
La competitividad de México en este mercado es innegable. La Agencia Alemana señala que el país podría convertirse en el segundo exportador más competitivo hacia destinos asiáticos y el tercero hacia mercados europeos, gracias a sus bajos costos de producción de hidrógeno verde.
H2V2 México resalta que esta transición hacia el hidrógeno verde no solo impulsaría la innovación y la seguridad energética, sino que también generaría más de 3 millones de empleos y atraería inversiones por más de 60,000 millones de dólares.
Aunque todavía no existe una política pública específica para el hidrógeno verde en México, el sector privado está tomando la iniciativa. En 2022, la Asociación Mexicana del Hidrógeno presentó un estudio y una Hoja de Ruta para impulsar esta industria. Según el informe «Renewable Hydrogen in Latin América & The Caribean,» México ya cuenta con 9 proyectos de hidrógeno verde en desarrollo.
México se encuentra en la encrucijada de una revolución energética que promete un futuro más limpio y sostenible. Con su potencial sin explotar y su compromiso con la energía verde, el país está listo para liderar la transición hacia el hidrógeno verde en la región y el mundo.
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