Redacción Daniel Lee
México se encuentra frente a escenarios “alarmantes ante los efectos del cambio climático, porque se prevén incrementos en la temperatura del país que pueden superar los tres grados centígrados en algunas regiones”, cuando en los Acuerdos de París se propuso que en este siglo no se alcanzarán los dos grados centígrados, por lo que deben implementarse estrategias a nivel local.
Así lo advirtió la doctora Fabiola Sosa Rodríguez, jefa del Área de Crecimiento y Medio Ambiente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). La investigadora dijo que en el mediano y largo plazos los aumentos fluctuarán de los 0.5 hasta más de cuatro grados centígrados, “y preocupan, sobre todo, en lugares que presentarían elevaciones superiores a tres grados”, por las consecuencias que esto traería.
La especialista explicó que para entender lo que se espera en el futuro básicamente se analizan dos aspectos; el primero es la variabilidad climática, que implica reconocer las tendencias que se registran en el clima en periodos de 30 años. A partir de este análisis se identifican directrices acerca de cómo se comportan la precipitación y temperatura.
Adicionalmente se utilizan escenarios (aprobados por el panel intergubernamental sobre cambio climático) que se conocen como Trayectorias de Concentración Representativas (RCP, por sus siglas en inglés) que engloban cuatro diferentes contextos.
Uno, en el que se espera que la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) decrezca y, por tanto, las estrategias de mitigación hayan sido efectivas (RCP 2.6); otro, que indica una trayectoria estable en la que hay un decrecimiento moderado de concentración de GEI de (RCP de 4.5) y después otros dos que son RCP de 6.0 y 8.5 que ya refieren una trayectoria de concentración crecientes y, por ende, los mayores aumentos de temperatura.
En el caso de México, lo que reporta esta variabilidad climática es que “podemos esperar inviernos, primaveras, otoños y veranos más calurosos, es decir, se ha corroborado de manera estadística que la temperatura promedio en el país se está acrecentando”.
Por otro lado, existe evidencia de que, si bien la precipitación acumulada en algunas zonas del país no está variando, sí se concentra en menos meses del año en lugar de cuatro en dos lo que genera lluvias torrenciales que implican inundaciones que rebasan la capacidad de desalojo del agua pluvial, así como la ineficiencia de los sistemas para la captación del recurso y, por ende, su no aprovechamiento, entre otros.
En otras regiones las tendencias indican que hay reducciones importantes en la lluvia e incrementos en la temperatura, lo que resulta en fenómenos cada vez más recurrentes que son las sequías.
La variabilidad del clima representa una situación de emergencia para el país en términos del abasto de agua, pues “a mayores temperaturas, menor cantidad de lluvia en algunas regiones y, en otras, precipitaciones muy intensas en periodos cortos, que impiden recolectarla y aprovecharla”.
Hoy es posible identificar que en esa problemática se encuentran Nuevo León, Chihuahua y Sinaloa, entre otros, en el norte del país, pero “la zona centro no se queda atrás porque el Estado de México, San Luis Potosí, Querétaro y Tlaxcala también van a enfrentar incrementos importantes en la temperatura”.
La investigadora consideró necesario que las estrategias dirigidas a combatir el cambio climático vayan de la mano de alternativas de acceso al agua, sobre todo en lugares donde pueda aprovecharse la captación, el tratamiento y el reúso del líquido pluvial.
Otro punto importante es la recuperación de espacios verdes, pues si bien se tienen planes de reordenamiento territorial, estos no se cumplen y aquellas zonas estratégicas porque son fuente del líquido vital bosques, selvas y manglares se desperdician con acelerados procesos de deforestación, siendo México el quinto país con la mayor tasa en ese rubro a nivel mundial.
Al perder todos estos espacios que proveen servicios ecosistémicos del bien hídrico, se disipan muchas posibilidades para incidir en la disponibilidad en las diferentes regiones del país.
Resulta oportuno diseñar estrategias para recuperar estos ecosistemas, hacer valer los ordenamientos territoriales y restablecer los cuerpos de agua que están contaminados, pues hay que recordar que 70 por ciento de las superficiales se encuentran en esa condición.
Si bien el líquido vital es una prioridad y el cambio climático es un fenómeno que amenaza la seguridad mundial, en realidad esto no se ve traducido con una asignación clara de recursos, atención en los órdenes de gobiernos locales, estatales y federal, a pesar de que “existen las capacidades en las universidades y en las organizaciones de la sociedad civil para impulsar distintos tipos de estrategias y propuestas de solución”, cuando “nos está ganado el tiempo”.
México va retrasado respecto del cumplimiento de los Acuerdos de París, por lo que el medio ambiente debe dejar de ser “un sector olvidado” y estar en la prioridad urgente en la agenda de los gobiernos, no sólo en el discurso, sino con recursos, programas e iniciativas para evitar las futuras crisis en torno al clima, al agua y a la pérdida de biodiversidad que se avecinan.
Advierten rezago en metas contra cambio climático
El centro de investigación internacional Climate Action Tracker afirmó en un estudio que las acciones de México contra el cambio climático son “críticamente insuficientes” y van empeorando.
En un reporte país, el organismo internacional afirmó que las emisiones de gases de efecto invernadero de México continúan aumentando, a pesar de la breve caída causada por la pandemia de Covid 19, y se prevé que sigan aumentando hasta 2030.
La calificación “críticamente insuficiente” indica que las políticas y los compromisos climáticos de México no son consistentes con ninguna interpretación de una contribución equitativa y conducen a un aumento, en lugar de una disminución, de las emisiones. Si todos los países siguieran el enfoque de México, el calentamiento superaría los 4 °C.
La calificación general de México ha empeorado desde la última actualización, ya que, según Climate Action Tracker, los compromisos climáticos actualizados muestran límites de emisión significativamente más altos en 2030, que no están en línea con ninguna interpretación de un enfoque justo para cumplir con el límite de 1.5 °C del Acuerdo de París.
Según el centro, las reformas a la Ley General de Cambio Climático en 2020 eliminaron el Fondo de Cambio Climático y en 2021 el gobierno anunció la disolución del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático. El desmantelamiento de la gobernanza del cambio climático envía un mensaje claro a los mexicanos y a la comunidad internacional de que éste y el medio ambiente simplemente no son una prioridad en México.
El gobierno federal también continúa subsidiando el uso de combustibles fósiles en el sector del transporte como respuesta a la crisis energética mundial y las tasas de inflación derivadas de la invasión de Rusia a Ucrania.
Por ejemplo, como parte del presupuesto federal para 2021 y nuevamente en 2022, más del 70% del presupuesto bajo “efectos de adaptación y mitigación del cambio climático” se ha asignado a la infraestructura de transporte de gas fósil.
“Las políticas climáticas de México han retrocedido, porque continúan eligiendo políticas que priorizan el uso de combustibles fósiles bajo el discurso de la soberanía energética y la austeridad”, según Climate Action Tracker.
De acuerdo con el organismo, el nuevo plan climático del país presentado en noviembre de 2022 en la COP27 en Sharm El-Sheikh, Egipto, es menos ambicioso que el de gobiernos anteriores.
El canciller Marcelo Ebrard dio a conocer en Egipto la reducción de 35% en emisiones de gases de efecto invernadero de México.
Según María José de Villafranca Casas, analista de Climate Action Tracker, el plan anunciado por el gobierno federal a primera vista parece más ambicioso, pero a diferencia de la anterior administración, este tiene una base de reducción más alta, lo cual hace más fácil cumplir la meta, que si hubiera presentado un plan más ambicioso.
“El de 2016 tiene como objetivo una reducción del 22% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. El nuevo apunta a recortes del 30-35 por ciento. Ambas reducciones se comparan con una estimación de lo que serían las emisiones si no se tomaran medidas, lo que se denomina línea de base habitual. Pero las bases son diferentes. El de 2016 tiene como objetivo los recortes de emisiones desde una línea de base más baja. Esto hace que sea más difícil reducir las emisiones en comparación con él”.
Fuente: Punto por Punto MOR (Sitio)
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