Redacción: Hena M. Andrés Cuevas
A pesar de los compromisos de transición energética y energías limpias, la mayor parte de la inversión en México seguirá concentrada en petróleo y gas, mientras los proyectos renovables representan solo una fracción del presupuesto

Aunque el gobierno mexicano ha hablado mucho sobre impulsar las energías limpias, sus planes de inversión muestran que el país seguirá dependiendo, al menos por ahora, de los combustibles fósiles.
Según la Secretaría de Energía (Sener), México planea invertir unos 248 mil millones de dólares en el sector energético durante los próximos diez años. Pero de esa cantidad, el 85% irá a proyectos de hidrocarburos y gasoductos, mientras que solo el 15% se destinará a proyectos eléctricos que combinan tecnologías fósiles y renovables.
Luz Elena González, titular de Sener, explicó ante representantes europeos que el objetivo es garantizar energía “suficiente, limpia y de calidad” para acompañar el crecimiento del país. Sin embargo, varios especialistas han señalado que el enfoque sigue estando en los combustibles tradicionales, lo que pone en duda los compromisos ambientales de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Aunque el gobierno puso un límite de producción petrolera a Pemex de 1.8 millones de barriles diarios, la empresa estatal sigue siendo el corazón de la estrategia energética. Pemex concentra cerca del 63% de la inversión proyectada hasta 2035, principalmente en exploración, refinación y generación eléctrica con combustibles fósiles. También busca entrar al mercado del litio y la energía geotérmica, pero con presupuestos muy pequeños, de menos de tres millones de dólares.
Expertos, como Marco Cota, director de la consultora Talanza Energy, advierten que este enfoque implica riesgos financieros, ya que gran parte del dinero proviene del sector público. Si los proyectos no resultan rentables, podrían aumentar aún más la deuda de Pemex, que ya supera los 100 mil millones de dólares. Además, recordaron casos como Chicontepec y la refinería de Dos Bocas, donde se invirtieron miles de millones con resultados muy por debajo de lo prometido.
Cota también señaló que Pemex no ha mostrado avances concretos para reducir la quema de gas o las emisiones de metano, lo que puede hacer más difícil y costoso conseguir financiamiento, ya que los bancos hoy exigen mejores resultados ambientales.
Por su parte, el gobierno anunció que convocará a empresas privadas para construir 34 centrales solares y eólicas, con una inversión de unos 7,100 millones de dólares. Aun así, los expertos consideran que el peso de los combustibles fósiles seguirá siendo dominante. La presidenta Sheinbaum, quien tiene formación en ingeniería energética, ha reiterado su compromiso de impulsar la transición hacia fuentes renovables y alcanzar un 45% de generación eléctrica limpia para 2030. Sin embargo, el propio gobierno redujo esa meta al 38%, argumentando limitaciones técnicas y de infraestructura. Además, persiste la incertidumbre jurídica. Las reformas recientes en materia energética, judicial y de amparo han generado dudas entre inversionistas y organismos internacionales, como Moody’s, que advierten que los cambios podrían afectar la confianza y el flujo de capital privado.
Incluso se han presentado conflictos, como el arbitraje con la empresa china Ganfeng, tras la cancelación de concesiones para extraer litio. Este tipo de disputas hacen pensar que la apertura al sector privado sigue siendo un tema complicado. México promete avanzar hacia la energía limpia, pero los números cuentan otra historia: el petróleo y el gas siguen siendo los protagonistas. La transición verde, por ahora, parece ir más despacio de lo que se había prometido.

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