Apicultores modernos se suman a la apicultura ecológica para preservar la autenticidad de la miel y proteger a las abejas.
En la actualidad, un creciente número de apicultores está abrazando la apicultura ecológica en un esfuerzo por recuperar la esencia y pureza de la miel. Inspirados por la tradición de los antiguos productores de miel, estos apicultores están redescubriendo la importancia de respetar los procesos naturales y los hábitats de las abejas para obtener productos auténticos y sostenibles.
La relación entre el ser humano y la miel se remonta a milenios atrás. Una pintura rupestre que data de hace 10,000 años encontrada en España muestra a un individuo recolectando miel de una colmena silvestre rodeada de abejas. Desde entonces, la apicultura ha desempeñado un papel vital en la historia de la humanidad.
El antiguo Egipto, por ejemplo, tenía una apicultura altamente desarrollada y practicaba la trashumancia de colmenas, como lo demuestran los bajorrelieves en las tumbas de los faraones. Los apicultores egipcios transportaban colmenas en barcas por el Nilo en busca de floraciones desde el Alto al Bajo Egipto.
La evolución de la abeja ha ido de la mano de la apicultura a lo largo de los siglos. Las abejas, que antes eran solitarias, evolucionaron para vivir en colonias, lo que aumentó la necesidad de recolectar grandes cantidades de néctar y polen para alimentar a la prole. Esta evolución benefició no solo a las abejas sino también a las flores, que se convirtieron en agentes polinizadores esenciales para la biodiversidad.
Hoy en día, muchos apicultores se han unido a la apicultura ecológica, que se asemeja más a las prácticas de los antiguos productores. La apicultura ecológica se enfoca en la sostenibilidad y el bienestar de las abejas. No utiliza productos químicos y garantiza que las abejas tengan un entorno adecuado y saludable.
Rubén Mancilla, de la quinta generación de apicultores de la familia Antonio Simón, comparte su experiencia en esta forma de apicultura. Las colmenas de ‘Miel Antonio Simón’ se ubican en lugares de especial interés ecológico, a más de tres kilómetros de cultivos no ecológicos o áreas pobladas. Además, se trata a las colmenas de manera ecológica, sin el uso de antibióticos.
La producción de miel ecológica implica una atención meticulosa a la salud de las abejas y la calidad de la miel. Las colmenas solo se recolectan cuando los paneles de miel han sido operculados al menos al 90%. Luego, la miel se deja madurar y filtrar para preservar su calidad.
La empresa Antonio Simón ofrece una variedad de miel, incluyendo romero, espliego, tomillo, cantueso, multifloral, brezo y roble. La recolección de estas variedades implica la trashumancia de colmenas a diferentes ubicaciones según las floraciones estacionales.
A pesar de los desafíos, como la amenaza del ácaro Varroa, que afecta a las abejas en todo el mundo, los apicultores ecológicos como Rubén Mancilla protegen a sus abejas sin el uso de antibióticos, optando por métodos naturales y respetuosos con el medio ambiente.
La miel ecológica no solo representa una delicia natural, sino también un tributo a la historia y a la vital importancia de preservar la relación entre los seres humanos y las abejas, nuestros incansables guardianes de la biodiversidad. La apicultura ecológica es un paso hacia la restauración del respeto por la naturaleza y la producción de miel auténtica y sostenible.
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