Clima y Crisis

El 1% en sus manos, el 99% en discusión: El caballo de Troya de las petroleras 

Redacción: Daniela Paredes Rocha 

Mientras las petroleras titánicas se presentan como protagonistas del cambio energético, los datos mencionan otra realidad: apenas controlan el 1% de las energías renovables a nivel global. 

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Si bien sabemos que al menos desde los años 70 la industria de los combustibles fósiles ha impulsado una campaña sistemática de desinformación sobre el cambio climático. Pero hay un punto de quiebre clave que merece especial atención: el periodo previo al Acuerdo de París. En ese momento crítico, la Iniciativa Climática del Petróleo y el Gas (OGCI, por sus siglas en inglés) anunció ser “parte de la solución” a la crisis climática. 

Christina Figueres, responsable del clima de la ONU, se mostró emocionada con la idea de que “La industria del petróleo y el gas pueden realmente formar parte de la solución”. En el momento político-climático más vulnerable de la historia, la narrativa de la industria fósil logró garantizarle un acceso selectivo a las instituciones que gobiernan las economías, las vidas y el clima. 

Hoy, esa narrativa continúa vigente. Las compañías petroleras y gasísticas se presentan como “multienergeticas”, afirmando que están adoptando rápidamente las energías renovables para apoyar el progreso del Acuerdo de París. Sin embargo, este reconocimiento sin objeciones es lo que les permite conservar su licencia política y mantener una influencia devastadora sobre la política climática global. 

Las 250 empresas petroleras más grandes del mundo solo controlan el 1,42% de la capacidad mundial de energías renovables. Y de toda la energía que producen, solo el 0,10% procede de fuentes renovables. 

Incluso un despliegue masivo de energías limpias no será suficiente para reducir las emisiones de CO2 si las empresas petroleras no abandonan la extracción de combustibles fósiles. Su modelo de negocio**—y los beneficios de sus accionistas—**depende de optimizar esa extracción. Más allá del interés financiero, la industria fósil usa petróleo y gas que cumplen funciones económicas clave: extraer y concentrar energía para sostener un sistema desigual. 

Las desigualdades globales están muy relacionadas con el petróleo y el gas. El alto consumo energético de un grupo reducido en el Norte Global solo ha sido posible gracias a la explotación, durante décadas, de recursos del Sur Global. A diferencia de la energía solar y eólica, el petróleo y el gas necesitan trasladar enormes cantidades de energía hacia los países más prósperos gracias a su densidad energética y su facilidad de transporte y resguardo. 

Es hora de reconocer lo evidente: la industria del petróleo y el gas no va a reducir sus emisiones por responsabilidad climática. En 2025, con solo dos años restantes para respetar el presupuesto de carbono que limita el calentamiento a 1,5 C, lo que se impone es un boicot social e institucional total a la industria del petróleo y el gas. 

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