Ciencia ambiental

Milagro ecológico en Yellowstone tras reintroducir lobos 

El Parque Nacional de Yellowstone se ha convertido en un laboratorio de resiliencia: tras la reintroducción del lobo gris en 1995, los álamos temblones han comenzado a regenerarse por primera vez en más de 80 años.  

Redacción: MaJo Gutiérrez 

El Parque Nacional de Yellowstone, un ícono global de la biodiversidad, es nuevamente el epicentro de un asombroso hallazgo científico. Tras más de 80 años sin que se registrara crecimiento de nuevos árboles en zonas específicas, el paisaje está experimentando una transformación inédita: los álamos temblones (Populus tremuloides) han comenzado a regenerarse. Este fenómeno, considerado un “laboratorio natural de resiliencia”, no solo aporta esperanza frente a la crisis climática al reforzar la captura de carbono, sino que ofrece a la ciencia una oportunidad única para analizar cómo la reintroducción de depredadores puede actuar en conjunto con la dinámica del suelo y el cambio climático. 

La clave de este colapso vegetal se remonta a la década de 1930, cuando el lobo gris (Canis lupus) fue erradicado de Yellowstone debido a políticas federales y la caza intensiva. La desaparición de este depredador clave provocó un profundo desequilibrio ecológico: la población de alces (Cervus canadensis) se multiplicó hasta superar los 18,000 ejemplares. Este exceso de herbívoros ejerció una presión insostenible sobre la vegetación joven, impidiendo la regeneración del álamo temblón durante más de ocho décadas y dejando a sus poblaciones al borde de la desaparición del ecosistema. 

El cambio comenzó en 1995, con el inicio de un proyecto de restauración ecológica que incluyó la reintroducción de lobos grises. El impacto fue dramático: la población de alces se redujo a unos 2,000 ejemplares, aliviando drásticamente la presión sobre la flora. Un reciente estudio publicado en Forest Ecology and Management, liderado por Luke Painter de la Universidad Estatal de Oregón, confirmó este éxito: se encontraron álamos jóvenes y saludables creciendo en un tercio de las áreas analizadas, con muchos árboles superando ya los cinco centímetros de diámetro. La recuperación de esta especie es vital, pues proporciona sombra, alimento y refugio a mamíferos, aves, insectos y castores, y está asociada al repunte en poblaciones de osos y pumas. 

A pesar de este renacer, persisten desafíos, como el aumento de bisontes que los lobos cazan con mayor dificultad y que podrían convertirse en una nueva amenaza para la regeneración. Sin embargo, el caso de Yellowstone es una demostración contundente de la capacidad de la naturaleza para recuperarse. Para expertos como Dominick Spracklen de la Universidad de Leeds, la reintroducción de grandes carnívoros puede tener impactos más profundos que el propio cambio climático en algunos ecosistemas, subrayando la urgencia de conservar especies esenciales para restaurar y sostener paisajes funcionales y resilientes. 

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