Redacción: Ximena Zarahi Moreno Luna
Una investigación de The Guardian y Quinto Elemento Lab revela emisiones de metales pesados, CO₂ y tóxicos industriales que ponen en riesgo la salud de 5.3 millones de habitantes en la metrópoli más contaminada de Norteamérica.
Una nueva investigación conjunta entre The Guardian y Quinto Elemento Lab reveló que el rápido crecimiento industrial de Monterrey, convertido en un centro manufacturero clave para Estados Unidos, está provocando una grave crisis de contaminación del aire que amenaza la salud de sus habitantes. Las fábricas instaladas en la zona metropolitana, operadas por empresas de México, EU, Europa y Asia, liberan grandes cantidades de metales pesados y otros contaminantes peligrosos, muchos de ellos vinculados a productos destinados al mercado estadounidense.
Aunque los autos y pequeños negocios aportan parte de la contaminación, estimaciones oficiales señalan que alrededor del 60% proviene de fábricas privadas, plantas eléctricas y la refinería de Cadereyta, de Petróleos Mexicanos (Pemex). Estas emisiones incluyen partículas finas con metales como plomo, cadmio y arsénico, cuyos efectos en la salud pueden ser severos.
Entre los casos más alarmantes está una planta siderúrgica europea que reportó emitir más plomo en un solo año que todas las empresas de la zona de Nueva York y Nueva Jersey juntas. Las plantas recicladoras de baterías usadas, muchas de ellas procesando residuos enviados desde EU, figuran también entre las mayores emisoras. En total, la región reportó liberar cerca de 1,978 kilos de plomo al año entre 2021 y 2023.
En cadmio, un metal considerado altamente cancerígeno, Monterrey registró emisiones comparables a las de los pocos puntos más contaminantes de EU, pero en zonas densamente pobladas. Algo similar ocurre con el arsénico: fábricas en San Nicolás de los Garza reportan niveles que normalmente no aparecerían en centros urbanos de Estados Unidos.
A esta crisis se suma la refinería de Cadereyta, una de las mayores fuentes de dióxido de azufre del mundo, visible incluso en imágenes satelitales. Expertos señalan que la falta de mantenimiento y las operaciones con combustibles más sucios han incrementado estas emisiones en los últimos años.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reconoció el problema y aseguró que trabaja en revisar y fortalecer normas ambientales. Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que está en marcha una investigación científica que determinará quién contamina y en qué magnitud.
Sin embargo, especialistas advierten que la región está pagando el precio de años de atraer inversión extranjera sin controles suficientes. Monterrey, ciudad orgullosa de su identidad industrial, ahora enfrenta altos costos en salud pública. Estudios estiman que la exposición a partículas finas causa al menos 2,500 muertes anuales en la zona metropolitana.
Mientras la industria asegura operar bajo normas modernas, los habitantes viven diariamente entre el esmog y partículas tóxicas. Con exportaciones que triplican las de 2006 y una fuerte dependencia del mercado estadounidense, Monterrey también se ha convertido en un centro de reciclaje de residuos peligrosos de EU, desde polvo de acerías hasta millones de baterías usadas. La población, especialmente en municipios como San Nicolás, Guadalupe y Escobedo, ya resiente los efectos: enfermedades respiratorias, neurológicas y potenciales afectaciones a la niñez. La crisis ambiental, advierten expertos, podría revertir los beneficios económicos del auge manufacturero si no se actúa con urgencia.

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