Con el presidente de la república como punta de lanza, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) armó su consejo nacional y tomó decisiones importantes para la sucesión del 2024: del 12 al 16 de junio será el registro de aspirantes, las encuestas para decidir al ganador serán del 28 de agosto al 3 de septiembre y el triunfador se dará a conocer el 6 de septiembre próximo.
Según la decisión partidaria, ni Andrés Manuel López Obrador ni los miembros de su gabinete y tampoco gobernadores y legisladores podrán intervenir de alguna manera para favorecer a un candidato. Eso ni ellos mismos se lo creen porque las “cargadas” ya han estado a favor de uno y otro bando.
Los cuatro aspirantes más fuertes son ampliamente conocidos por la clase política: Marcelo Ebrard Casaubón, Claudia Sheinbaum Pardo, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal Ávila. Por supuesto, quien tiene mucha mayor experiencia y sólo por eso debería ser el elegido, es Marcelo Ebrard Casaubón, un hombre de amplia trayectoria profesional, jefe de gobierno, Secretario de Seguridad Pública, secretario de Estado, aunque fue el primero en renunciar. Sin embargo, ya sabemos que el gran elector no mide la experiencia sino quien le conviene más para protegerse las espaldas a partir de octubre de 2024.
A Claudia Sheinbaum no le conocemos una trayectoria propia, la verdad. Siempre ha estado bajo la sombra de López Obrador; quién sabe si ella hubiera llegado hasta donde ahora está sin su protector, maestro y guía. Es Maestra en Ciencias, quizá fue una buena profesora universitaria. Fue secretaría de Medio Ambiente del Distrito Federal cuando el ahora primer mandatario fue jefe de gobierno. También tuvo un cargo como “secretaria de Defensa del Patrimonio Nacional cuando López Obrador se asumió como presidente legítimo en 2006; antes de ser jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum fue jefa delegacional en Tlalpan. La señalan como la favorita del líder; Veremos si eso se hace realidad el 6 de septiembre.
Otro de los aspirantes, Adán Augusto López Hernández, actual secretario de Gobernación y hombre de todas las confianzas y paisano de Andrés Manuel López Obrador. Ha sido diputado local y federal, senador y ya con el apoyo del actual presidente, gobernador de Tabasco desde 2018 hasta que fue llamado por AMLO a la secretaría de Gobernación. Tiene estudios de Derecho Comparado por el Instituto de Derecho Comparado de París y es Maestro en Ciencia Política por la Universidad de París. No es un improvisado, pero me parece carece de suficiente experiencia política. Perteneció al PRI, al igual que López Obrador.
La cuarta de las llamadas corcholatas es Ricardo Monreal Ávila, político de amplia trayectoria. Fue gobernador de su estado, Zacatecas por el Partido de la Revolución Democrática; también fue priista en una época; jefe delegacional en Cuauhtémoc, diputado y actualmente es senador y líder de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta. Pese a su amplia trayectoria es quien menos posibilidades tiene de los cuatro y fue incluido después que declaró que prefería ser nada antes que traicionar a López Obrador.
En tanto, en la oposición parece que van ganando, que no tienen prisa. Alejandro Moreno, el líder priista, sigue con sus sueños húmedos de ser candidato a la presidencia a como dé lugar mientras su partido se hunde más y más; Marko Cortés, gris y triste dirigente panista que no decide nada y el Partido de la Revolución Democrática, con Jesús Zambrano, cada vez huele más a muerto y ni cuenta se ha dado. Lo peor es que son pocos y se están peleando entre ellos por un hueso como Santiago Creel y la impresentable Lily Téllez, que dirimen sus diferencias en público sin ningún recato. Dan pena ajena
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