Redacción: Naome Zavala
El municipio de Naucalpan enfrenta una grave crisis tras el desbordamiento parcial del Río Verde, que ha dejado decenas de viviendas inundadas y un rastro de destrucción. Si bien el Ayuntamiento atribuye la emergencia a las lluvias torrenciales, la magnitud del evento y el paso previo del huracán Erick, sumados a la creciente amenaza del cambio climático, ponen de manifiesto la extrema vulnerabilidad de las zonas urbanas frente a fenómenos meteorológicos cada vez más intensos y frecuentes. La presencia del Ejército Mexicano, que ha desplegado el Plan DN-III-E, subraya la gravedad de la situación.
Las precipitaciones torrenciales de este fin de semana, potencialmente exacerbadas por los patrones climáticos extremos que se asocian con el calentamiento global, provocaron que el Río Verde, alimentado por la presa Los Cuartos, se convirtiera en un torrente incontrolable. Calles enteras en colonias como San Rafael y Nueva San Rafael se transformaron en ríos de lodo y agua, invadiendo hogares y causando pérdidas materiales significativas. La discrepancia entre la versión oficial del Ayuntamiento, que descarta un desborde de la presa, y los testimonios de los vecinos, que señalan directamente a Los Cuartos como origen de la tragedia, subraya la urgencia de una evaluación transparente y exhaustiva de la infraestructura hídrica del municipio.
Independientemente del punto exacto de origen del desborde, el resultado fue devastador. Corrientes de agua y lodo de entre 30 y 50 centímetros de altura anegaron patios y el interior de al menos 50 viviendas solo en Nueva San Rafael, dejando a sus habitantes con la angustia de ver sus pertenencias sumergidas. Muebles, electrodomésticos y enseres personales quedaron inservibles, afectando profundamente la economía y el patrimonio de estas familias. Este escenario es un crudo recordatorio de cómo los eventos climáticos extremos, magnificados por la urbanización descontrolada y la falta de infraestructura resiliente, se traducen directamente en tragedias humanas y pérdidas económicas para las comunidades más expuestas.
La activación del Plan DN-III-E por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) ha sido crucial para mitigar la emergencia. Elementos del Ejército Mexicano se han desplegado en las zonas afectadas para evacuar personas en riesgo, remover escombros y lodo, crear barreras con costales de arena y mantener la seguridad. Sin embargo, la intervención militar, aunque vital en la fase de auxilio, resalta la necesidad imperante de soluciones a largo plazo que consideren los efectos del cambio climático y la planificación urbana.
Los residentes de Naucalpan viven con el temor constante de nuevas inundaciones, ya que las lluvias persisten en el Valle de México. Han lanzado un llamado urgente a las autoridades para que se establezca un monitoreo permanente de los niveles de la presa y el río, y, más importante aún, para que se implementen obras de mitigación duraderas. La situación en Naucalpan no es un incidente aislado; es un claro síntoma de cómo la crisis climática está redefiniendo la vida en nuestras ciudades, exigiendo una reevaluación profunda de nuestras estrategias de infraestructura, gestión de riesgos y adaptación al cambio climático para proteger a las comunidades más vulnerables.
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