Redacción: Carolina Herrera
Con el proyecto Northern Lights, Noruega inaugura un sistema pionero que captura, transporta y almacena dióxido de carbono a más de dos mil metros bajo el mar.

Noruega pavimenta un futuro sin precedentes en la lucha contra el cambio climático. Hasta ahora, el destino de la liberación de CO2 ha sido la atmósfera, sin embargo, una nueva tecnología crea un camino distinto llegando hasta las profundidades del mar.
En un contexto donde la contaminación ambiental deriva a la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) para abastecer actividades humanas como producciones industriales, ganadería intensiva, entre otros. La evolución de la tecnología y su correcta aplicación, puede ser la clave para transformar un panorama ya dado por hecho.
Parte del programa Longship de Noruega, el proyecto pionero Northern Lights revoluciona la forma de manejar las inmensas cantidades de dióxido de carbono. Su sistema comienza al capturar el CO2 de las plantas industriales con el objetivo de pasar a un proceso de licuefacción, es decir, convertir un gas en estado líquido.
Este siendo la mejor manera para su almacenamiento y transporte, es trasladado hasta la terminal de recepción en el oeste de Noruega, Øygarden. De aquí, pasa por una tubería submarina de aproximadamente 100-110 kilómetros con el destino llamado “Aurora”, un reservorio geológico a 2600 metros bajo el mar, donde el CO2 se almacena permanentemente.
Asegurando que el CO2 sea confinado con las medidas de seguridad y con una nula liberación, “Aurora” está ubicada en las formaciones de arenisca de Johansen y Cook del Jurásico Inferior. Actuando como sello primario, la capa de lutita de la formación Drake es la clave para su conservación segura a largo plazo.
Siendo su primera fase, Northern Lights tiene una capacidad de inyectar hasta 1,5 millones de toneladas anualmente de CO2, sin embargo, el proyecto no piensa quedarse con esta cifra y se estima triplicarla en su segunda fase.
Con el objetivo de ofrecer una solución de descarbonización las industrias europeas, el poder de Northern Lights al capturar, transportar y almacenar el CO2 de una forma permanente a 2600 metros en el fondo del océano en el Mar del Norte, se consolida como una herramienta fundamental para lograr las metas climáticas y dejar una huella positiva en el cambio climático.
Sin embargo, el riesgo inminente de la codicia humana sigue latiendo. La implementación de esta tecnología no asegura una mitigación completa en la crisis climática si las industrias solo pagan por esconder sus emisiones en el rincón más profundo del mar.
Pero por ahora, Northern Lights ha revolucionado la industria climática, abriendo un horizonte de acciones conscientes con un impacto real en el medio ambiente. Invitando a más naciones a crear juntos un futuro más verde y sano.
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