Redacción Marlone Serrano
En medio de un planeta que experimenta transformaciones cada vez más intensas por el cambio climático, el océano se ha convertido en un testigo silencioso —pero elocuente— de sus efectos. Una de las manifestaciones más alarmantes es el incremento de las olas de calor marinas, fenómenos que, aunque hace años eran poco comunes, hoy se presentan con mayor frecuencia, intensidad y duración. Su impacto es tan profundo que está modificando ecosistemas, economías locales y, de forma preocupante, contribuyendo a la formación de huracanes más potentes.
Estas olas, caracterizadas por un aumento anómalo de la temperatura del agua —de entre 3 y 4 °C durante al menos cinco días—, han pasado de ser rarezas a amenazas recurrentes. Registros científicos indican que desde 1982, su frecuencia se ha multiplicado por cinco. En 2023 y 2024, los océanos registraron 240 % más días con olas de calorrespecto a los promedios históricos.
Además de empujar a especies marinas a migrar y alterar cadenas alimenticias completas, estas olas han afectado la pesca y el turismo. En Baja California, por ejemplo, se documentó una caída de hasta 58 % en la captura de especies como langosta y erizo de mar tras los eventos térmicos entre 2014 y 2016.
Pero el verdadero punto de inflexión viene con una revelación más reciente y alarmante: estas olas son ahora un ingrediente esencial en la intensificación de huracanes. Una investigación publicada en la revista EOS demostró que los ciclones que se forman en zonas afectadas por olas de calor marinas tienen 50 % más probabilidad de intensificarse rápidamente, como ocurrió con el devastador huracán Otis en el Pacífico mexicano en 2023.
“Durante Otis, las temperaturas del mar superaron los 30 °C frente a las costas de Guerrero, lo que favoreció su fortalecimiento explosivo”, explicó el Dr. Alejandro Jaramillo Moreno, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.
Para Jaramillo, incorporar el análisis de las olas de calor marinas en los modelos meteorológicos no es solo útil, es indispensable. “Nos brinda más herramientas para anticipar la intensidad de los huracanes y permite desarrollar sistemas de alerta más eficaces“, señaló.
La respuesta, sin embargo, no puede limitarse a la ciencia. El llamado de los expertos también apunta a políticas públicas más firmes y a una ciudadanía informada y preparada. “Así como hacemos simulacros ante sismos, necesitamos fomentar la cultura de prevención ante huracanes”, añade Jaramillo.
En un mundo donde los océanos ya no solo susurran, sino gritan los efectos del cambio climático, las olas de calor marinas se perfilan como un fenómeno crucial para entender —y enfrentar— los desastres del presente y del futuro.
Porque lo que ocurre en el mar no se queda en el mar.