Redacción: Ximena Zarahi Moreno Luna
Los polinizadores (abejas, mariposas, aves y murciélagos) son esenciales para la supervivencia de más del 75 % de los cultivos mundiales.

Sin ellos, la producción de frutas, verduras, semillas y otros alimentos clave se vería afectada, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de millones de personas en todo el planeta. Estos animales no solo contribuyen a la producción de alimentos, sino que también mantienen el equilibrio de los ecosistemas, asegurando la diversidad biológica que sostiene la vida.
Sin embargo, estas especies están desapareciendo a un ritmo alarmante. El uso excesivo de pesticidas, la pérdida de hábitats naturales debido a la urbanización y la agricultura intensiva, así como los efectos del cambio climático, han provocado caídas dramáticas en sus poblaciones en todo el mundo. En algunas regiones, las abejas han disminuido hasta un 40 % en la última década, y algunas especies de mariposas y aves polinizadoras enfrentan riesgos similares. La combinación de estos factores crea un escenario preocupante: cada año que pasa, los polinizadores enfrentan más desafíos para sobrevivir y reproducirse.
El peligro no es solo ecológico, también es económico. La polinización aporta más de $200 mil millones de dólares al valor de los cultivos anualmente a nivel mundial. Si los polinizadores desaparecen, los precios de los alimentos podrían dispararse, la disponibilidad de frutas y verduras disminuiría drásticamente y millones de personas podrían ver comprometida su nutrición diaria. Además, la pérdida de polinizadores afectaría a otros animales y plantas que dependen de ellos, alterando cadenas alimenticias enteras y provocando desequilibrios ecológicos que podrían ser irreversibles.
Existen medidas concretas que pueden marcar la diferencia como lo que puede ser: crear corredores de flora nativa que les proveen alimento y refugio, reducir el uso de pesticidas y químicos que los envenenan, fomentar la agricultura sostenible y promover la educación sobre la importancia de estas especies. Incluso pequeñas acciones a nivel individual, como sembrar flores que atraigan polinizadores o apoyar la producción local y ecológica, contribuyen a su conservación.
El colapso de los polinizadores no es un problema lejano; es una alarma inmediata que nos afecta a todos. Cada abeja, mariposa, ave y murciélago cuenta. Su supervivencia refleja directamente la salud del planeta y nuestro futuro como especie. Protegerlos no es solo una cuestión de conservación animal: es un acto de responsabilidad social, ambiental y económica. Ignorar esta situación podría tener consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria y la estabilidad de los ecosistemas que sustentan la vida en la Tierra.
La pérdida de polinizadores nos recuerda que cada decisión que tomamos sobre el uso de químicos, la protección de hábitats y nuestro consumo de alimentos tiene un impacto real. Con medidas conscientes y colectivas, todavía podemos revertir parte del daño y asegurar que estas especies sigan cumpliendo su papel vital. Cada flor sembrada, cada espacio protegido y cada campaña de sensibilización suma en la lucha por un futuro más sostenible.
El tiempo para actuar es ahora, porque la desaparición de los polinizadores no es una predicción lejana: es una realidad que ya está afectando la vida en nuestro planeta.

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