CULTURA IMPAR
José Manuel Rueda Smithers
Semana de competencias mundiales:
París en silencio; Celine y Edith Piaf juntas cantándole al mundo
y en homenaje a la maravilla que es el humano,
en competencia consigo mismo y superándose.
Claudia Rueda después de algunos debates familiares.
Sin duda alguna -en los medios informativos- el criterio diario de la nota roja impera sobre la gracia y la bondad que representan los Juegos Olímpicos (solo una vez cada cuatro años). El daño social impacta de manera casi irreversible tal vez (solo tal vez) a partir de la indiferencia de quienes dirigen los medios
La Cultura Impar decidió comparar dos eventos mundiales que en menos de 24 horas hicieron voltear los ojos de un lado a otro. Primero, la captura del -algunos le dicen legendario- Mayo Zambada, el verdadero líder de los capos no solo en México, sino internacionalmente hablando.
Por este sr ofrecían la friolera de 15 millones de dólares a quien se atreviera a dar datos sobre su paradero. La leyenda dice que no dormía dos veces en el mismo lugar para garantizar su reinado. Lo cierto es que las autoridades de Estados Unidos informaron que fue capturado en El Paso, Texas, donde al parecer dicen que residía. O sea, ya estaba a medio establecer a sus más de 76 años.
El día de la inauguración de la Olimpiada en París, en varias partes del mundo daban cuenta de la captura (o entrega voluntaria) de Zambada a las autoridades estadunidenses, y las descripciones que por todos lados se vertían sobre él y su influencia en gobiernos, ciudades y economías de varios continentes. La olimpiada fue nota secundaria.
Los Juegos Olímpicos son considerados la principal competición del mundo deportivo, con más de doscientas naciones participantes. La influencia del Mayo abarcaba casi 75 países.
La historia señala que los JO empezaron en Grecia por ahí del año 776 antes de nuestra Era. Ahora, esta será la Olimpiada número 33 de la era moderna.
La idea de utilizar un evento deportivo para fomentar la unidad y superar divisiones es una tradición con profundas raíces históricas. Han sido un símbolo de unidad y cooperación global desde su resurgimiento en la era moderna, pero también tienen raíces en la antigua Grecia, donde los Juegos originales eran un evento que promovía la paz entre las ciudades-estado en guerra.
En poco más de 100 años, los Juegos Olímpicos continúan con la misión de unir a las naciones y superar las divisiones políticas, económicas y sociales. Este espíritu de camaradería y competencia pacífica ayuda a resaltar el potencial del deporte para conectar a personas de diferentes orígenes y contextos, lo que contrasta con los efectos divisivos de fenómenos como las mafias y el tráfico de drogas.
Los JO promueven valores de igualdad, respeto y cooperación entre países. Este enfoque en los valores universales ayuda a construir puentes entre comunidades divididas, ofrecen un terreno común y un sentido de identidad compartida.
La ciudad anfitriona atrae la atención mundial y genera un sentido de orgullo local y nacional. Esta visibilidad también es una plataforma para abordar problemas sociales y promover el desarrollo comunitario.
Esta vez se entregarán unas cinco mil medallas en 45 deportes reconocidos, en los que participarán unos 10 mil 500 atletas de todo el mundo. Por cierto, México va con más de 100 atletas en sus representativos, para participar en 24 deportes con posibilidad de ganar metales en tiro con arco, clavados, taekwondo y hasta atletismo.
Contrapunto a las divisiones sociales por las mafias y el tráfico de drogas que exacerban las economías (fomentan la violencia y la corrupción), los JO resaltan logros y humanidad en lugar de dividir; ofrecen un contraste esperanzador a estas realidades.
Otro legado de los Juegos Olímpicos es en las ciudades anfitrionas, con infraestructura, empleos y desarrollo económico. Contribuyen a reducir las tensiones sociales al ofrecer nuevas oportunidades a las comunidades afectadas por actividades ilícitas.
Los JO tienen una larga tradición de unidad y cooperación. Su misión sigue relevante en la era moderna. Aunque no pueden resolver todos los problemas sociales y económicos, ofrecen un poderoso recordatorio del potencial positivo del deporte y la cooperación internacional.
Las drogas afectan la percepción y aceptación de los Juegos Olímpicos de varias maneras, y esta influencia se manifiesta en diferentes niveles:
La presencia de dopaje en el deporte olímpico socava la integridad de los Juegos. El escándalo relacionado con el uso de sustancias prohibidas por parte de atletas daña la reputación del evento, disminuye la confianza en la equidad de las competiciones y genera controversias en torno a los resultados. Casos notables, como el de Lance Armstrong en el ciclismo y los escándalos de dopaje en el atletismo ruso, han tenido un impacto negativo en la percepción de la competencia.
El dopaje no solo engaña a los demás competidores, también desmotiva a los atletas que compiten de manera limpia.
Los medios de comunicación juegan un papel importante en la forma en que se perciben los Juegos Olímpicos. Los reportajes sobre dopaje y el uso de drogas pueden dominar la cobertura mediática, desviar la atención de los aspectos positivos del evento y afectar la forma en que el público ve los Juegos.
Las drogas y el tráfico de sustancias también tienen un impacto en las comunidades locales, afectando la seguridad y el bienestar social.
Mejor veamos las competencias, disfrutar la magia de quienes se preparan por años para competir. Y hasta para conocer las banderas de sus países.
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